Opinión

Sánchez es un títere en manos de Puigdemont

Perderse en disquisiciones sobre el contenido de los decretos ley y el resultado de las votaciones -que ha venido envuelto en el más puro esperpento- es orillar el problema de fondo. Carles Puigdemont ha dejado claro que su apoyo a la investidura no significa en absoluto un apoyo de legislatura y que Pedro Sánchez es un títere en sus manos. Puede decirse que de nuevo le ha salvado la vida sobre la bocina, pero lo grave, en todo caso, es que presidente no es dueño ni de su propio destino. En el fondo, lo ocurrido podría resumirse en la frase del torero Rafael Guerra y su ya clásico «lo que no puede ser no puede ser y, además, es imposible».

Y es que el Gobierno de Pedro Sánchez no lo es por voluntad popular libremente expresada en las urnas, sino por el fruto de una concesión -a cambio de la amnistía- del líder de Junts, protagonista indiscutible de esta legislatura. Puigdemont ha conseguido que la política española orbite alrededor de su persona y que todas y cada una de las votaciones parlamentarias empiecen y terminen en los siete diputados de la formación separatista. Eso es lo que hace imposible la gestión de un Gobierno que se enfrenta a una disyuntiva atroz y de efectos perversos para la sociedad en su conjunto: o Sánchez pasa por el aro de las exigencias de Puigdemont o Puigdemont pasa por encima de Pedro Sánchez tantas veces como lo considere necesario. No hay más.

La ley de amnistía es sólo el principio y Junts ha recibido de Pedro Sánchez la baza que andaba buscando para recobrar el protagonismo perdido. Puigdemont lo sabe y lo ocurrido en las últimas horas es sólo un aperitivo de lo que está por venir. El líder de Junts tiene más poder que el mismísimo presidente del Gobierno de España. En el primer asalto, le ha perdonado la vida. Pero su perdón puede salirnos muy caro.