Sánchez, el renacer de un nuevo «batasuno»
Nada tiene de extraño que la primera ministra danesa, socialdemócrata, haya tenido duras palabras para su teórico compañero de la Internacional Socialista (suponiendo que Pedro Sánchez haya sido socialista alguna vez) después de comprobar que su colega español haya sido el incendiario en las protestas contra Israel sobre Gaza aprovechando la ocasión de la Vuelta ciclista a España. No ha sido la única dirigente europea que se ha visto «asombrada» ante el proceder de un jefe de gobierno en ejercicio dentro de la Unión Europea.
Como subrayan las redes y los principales y más independientes analistas libres, a Sánchez lo que sucede en Gaza le importa tanto como la suerte del pueblo saharaui, al que vendió, entregando sus cabezas al régimen despótico de Marruecos. A Sánchez lo que realmente le tiene a mal traer son, sin duda, las peripecias de su mujer, su hermano, su fiscal general, su Ábalos, su Cerdán, su Koldo, etc… Corrupción sobre corrupción; abuso de poder sobre abuso de poder.
Lo importante para su desquiciado cerebro es tratar de impedir a toda cosa y bajo el precio que sea que el pueblo español (sobre todo, los que todavía confían en él y en su «palabra») no se entere de la montaña de detritus amarillo que le rodea. Lo último ha sido saber que ocultó de la Agencia Tributaria a su hermano (procesado) y a la teórica novia de éste, una japonesa que llegó a utilizar el coche medicalizado al que únicamente tiene derecho al presidente.
Lo que no puede negarse al sujeto es capacidad para dar la vuelta a una situación imposible para él. Utiliza Gaza sin pudor alguno y se regodea en ello aunque coloque los intereses de España muy por debajo de los suyos. Y tiene éxito… Ya veremos por cuánto tiempo. Lo que resulta incomprensible en su brutal ofensiva antiisraelí es que el Gobierno de Tel Aviv no reaccione con lo que de él tiene desde hace años a través del sistema espía Pegasus.
En este sentido el batasuneo de Sánchez es algo que comienza a preocupar seriamente en los ambientes comunitarios y, en general, en los círculos privativos del mundo libre occidental. Prueba de esto es que ha sido excluido de ellos en los últimos meses. Sánchez ha roto en la política doméstica todos los puentes que enlazaban directamente el palacio de la Moncloa con el sentido común, con lo poco que queda de constitucionalismo y con los últimos ribetes de decencia.
No gobierna porque no puede; no une a la sociedad porque no tiene cuerpo para ello; no defiende los intereses generales porque antes están los suyos; miente y sigue mintiendo en una huida hacia adelante que supone el suicidio de las grandes posibilidades que tendría España si al frente del poder estuviera una persona mínimamente cuerda y homologable democráticamente.
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