Opinión

«Sánchez es el pasado» (Iván)

De repente, el melifluo ex gurú ha enseñado su colmillo de viejo carlistón recalcitrado. Ha aprovechado que le han escrito un libro ditirámbico -a petición de su mujer- para ir de plató en plató dejando ver lo resentido que anda porque su otrora amado Sánchez (“con el que me tiraría por un barranco”) le mandó a paseo.

Ahora resulta que el presidente del Gobierno al que coadyuvó a construir tornillo a mecano como si fuera un juguete jéiper “es el pasado” a punto de despeñarse. Todo eso, ¿por qué? Pues porque se ha ido él. Y Moncloa sin él es como el jardín del búnker en la cancillería hitleriana. Su deposición ante Évole es radicalmente contraria a la cara exhibida ante Griso y de ahora en adelante veremos como guillotina a todo el que pase por ahí. Ha empezado con Adriana Lastra -¡tampoco es tan difícil!-, ha continuado con Ábalos, otro muerto que entierra a otro fallecido, de paso ha tocado a su otrora caudillo inmarcesible y ya verán ustedes como ajusticia a Bolaños y López.

Este hombre ha perdido por completo el oremus. Se ha creído su personaje hasta el límite de estar convencido de ser un genio, un ser superior (ya ha comprado a su Butragueño particular) donde los haya. Realmente, a estas alturas, cuando el poder le ha dejado a la intemperie y demuestra cada día lo que realmente es, lo que interesa al respetable que le paga 8.000 euros de vellón por 24 mensualidades, más pagas extras, es saber los dígitos de su cuenta corriente, la de su empresa Erre que Erre&Asociados. Lo demás, su insoportable rollo manido y plagiado (en la mayor parte de los casos) es tan importante para los que le pagan como un higa agostada.

Explicar en primer lugar, por qué Luis Bárcenas ordenó un pago de 207.087 euros en el 2009, sobre qué concepto. En segundo lugar, de dónde vinieron los ingresos durante el 2020 cuando las empresas entraron en ruina y la de su mujer, es decir, la suya, facturó un 324% más que el año anterior cuando tenía el poder en sus manos desde el Complejo de la Moncloa. Repito, cuando estaba encaramado al poder.

Díganos, señor Redondo. ¿A qué empresas facturó ese año fatídico? Díganos, don Iván, ¿fueron empresas públicas, entidades públicas o empresas privadas? ¿Intervino usted personal o a través de otra (o) para conseguir tan mollar resultado?

El resto no interesa nada a nadie.