Sánchez es como Saturno devorando a sus hijos
Era obvio que los barones socialistas iban poner el grito en el cielo en cuanto se confirmara el batacazo del PSOE en las elecciones andaluzas. Y ya ha ocurrido. Natural. Temen, no sin razón, que en las actuales circunstancias, con el Gobierno socialcomunista haciendo agua por los cuatro costados, las próximas elecciones autonómicas y municipales se conviertan para ellos en un gigantesco funeral político. Sus hasta hace nada críticas veladas a Sánchez -«no escucha»- son ahora un clamor, por aquello de que cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar. Y por el camino que lleva el socialismo el afeitado amenaza con ser masivo. Falta menos de un año para los comicios municipales y autonómicos y los barones reclaman a su secretario general que haga algo para evitar la sangría política.
El problema para ellos es que Sánchez es hoy, más que nunca, prisionero de sus cesiones a separatistas y proetarrras. Quien siembra vientos, recoge tempestades y el socialismo puede perder buena parte de su poder territorial antes de que se celebren las próximas elecciones generales, una tragedia en un momento crítico de la legislatura. El peso muerto del sanchismo es insufrible para ellos y lo peor es que los barones tampoco tienen margen de maniobra, porque el aparato aprieta y les obliga a no salirse del guión. Hoy por hoy cunde el desánimo y la terrible sensación de que van derechos al abismo. Los barones socialistas temen morir aplastados. Temor más que fundado, porque Pedro Sánchez es como Saturno devorando a sus hijos. Su obsesión por mantenerse en el poder a toda costa y a colocar sus intereses personales por encima de los intereses de España y de su partido es una evidencia que ha llevado a los barones a pedir que convoque un Comité Federal para discutir cómo evitar el desastre. Aunque, visto lo visto, tal vez ya sea demasiado tarde.
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