Opinión

Sacrificio de la dama

Muchos ataques que la prensa libre destina a Begoña Gómez deberían haber recaído sobre quien la usó y vulgarizó, introduciéndola en ese sucio asunto de las comisiones millonarias en contra de sus intenciones, convirtiéndola en instrumento idóneo de esos ataques. Hay que ser canalla y cobarde como es Pedro Sánchez para meter a su esposa en un escándalo tan tenebroso. Primero, al carecer la dama de estudios, se inventó una cátedra para ella y luego, ya titulada con honores, dejó que volara alto, muy alto. El tacto de Feijóo no es partidario de llamar a declarar a la dama al Senado bajo el nombre en clave de «Bego»: «Quien debe explicarse es el tal Sánchez». Que fue el miserable que urdió la trama mafiosa.

La facilidad que tiene el déspota para dañar a quien se le arrima resulta asfixiante. El desorden mental en el que se mueve es un símbolo de los de su carácter y el Gobierno Frankenstein 2 no consigue evaluar sus antojos. Está fuera de su acuerdo: es un compendio de contradicciones. Se halla profundamente instruido en las vaguedades y obvia los asuntos urgentes. Predica su autoritarismo con fuerza y la manera de blindarlo, pero su propensión a salirse con la suya desprecia la opinión ajena e interrumpe cuanto sea crucial. Quiere sostener su dignidad y la degrada adulterando la ley.

Sobrevive entre rumores de comisiones indecentes, captadas por Armengol, el Tito Berni, Ábalos, Koldo, Torres, y el infame Marlaska, que también asiste al fraude, denigrando al Instituto Armado de la Guardia Civil y al Cuerpo Nacional de la Policía, jaleados por los esbirros de turno, los Puente y los López, que se arrodillan ante la voz de su amo, que ha alquilado, sino vendido, la España constitucional de Felipe VI a las tribus separatistas con tal de no tener que salir de su infecto palacio de la Moncloa.

La improvisada excursión al Valle de los Caídos para resucitar a las víctimas del franquismo en la Guerra civil fue otro error calculado de los que comete a diario este cínico: las víctimas exhumadas no eran republicanas. Sólo pretendía ocultar sus tropelías en la trama Koldo & Cía. Al ser un depravado de marca mayor sacrificó a su dama, sin temblarle el pulso, cuando él era el único culpable.