Opinión
ENERGÍA

Los riesgos y ventajas de la eólica marina

  • Benjamín Santamaría
  • Economista, analista, conferenciante y máster de educación. Redactor de economía en OKDIARIO y autor de "La economía a través del tiempo" en el Instituto Juan de Mariana

La implantación de la eólica marina en España está siendo un reto difícil de abordar, pues divergen numerosos intereses y hacerlo sin cuidado puede traer problemas desastrosos para las economías locales. Por un lado, esta nueva tecnología energética puede suponer -y así está siendo- la revitalización industrial de municipios enteros que habían quedado relegados y abandonados a su suerte. Por otro, los molinos tienen un impacto ecológico y en algunos sectores que suponen el alimento de familias enteras.

Por ello, es necesario pensar con cautela y elegir las zonas siguiendo criterios racionales y científicos. Es decir, la construcción de molinos de eólica marina crea empleo y es una oportunidad para España, pero su implementación en la costa no puede basarse en los caprichos de Ribera.

Los pescadores ya han denunciado a la ministra de Transición Ecológica por elegir las zonas de forma arbitraria. Por el momento, una sentencia del Supremo les ha llevado a recurrir al Constitucional.

Problemas de la eólica marina

Según ellos, el tribunal no tuvo en cuenta lo que ellos pedían: que el Gobierno de Pedro Sánchez desvelara la información científica en la que se basó a la hora de seleccionar las costas en las que se va a implantar la eólica marina.

En general, los trabajadores del mar no se oponen a esta tecnología, sino que piden un criterio que les tenga en cuenta, tal y como ordena la Constitución Española en su artículo 130.

«Los poderes públicos atenderán a la modernización y desenvolvimiento de todos los sectores económicos y, en particular, de la agricultura, de la ganadería, de la pesca y de la artesanía, con el fin de equiparar el nivel de vida de todos los españoles», reza la Carta Magna.

La planta eólica marina de Scotish Power en el norte de Europa. (Foto: Iberdrola).

Por tanto, poner molinos de viento en la costa sin tener en cuenta la actividad que allí se desarrolla, la economía local o, incluso, las preferencias y necesidades de los vecinos no tiene ningún sentido. Los más afectados deben de tener ese poder de decisión -que también debe basarse en criterios racionales- en vez de sufrir la arbitrariedad burocrática que les impone llenar su costa de una infraestructura eólica que no han pedido.

España destaca por ser uno de los países europeos con más costa. Por ello, la eólica marina es una oportunidad, pero hay espacio suficiente para no tener que perjudicar a nadie, de la misma manera que los beneficios deben de redundar en la zona. No vale con beneficiarse a costa de la ecología, economía y paisajes locales sin que los de allí ganen.

Beneficios y ventajas

Pero existe la otra cara de la moneda. La construcción de los molinos marítimos es una industria por explotar y una oportunidad internacional. La infraestructura es tan grande que sólo puede realizarse en puerto y debe de ser transportada por barco -no se puede por carretera-.

Por tanto, la fabricación de molinos va a servir -y ya sirve- para revitalizar zonas costeras industriales que habían sufrido cierto parón durante las últimas décadas. Eso está sucediendo en Ferrol, ciudad que está viendo como esta tecnología crea puestos de trabajo y riqueza en la zona.

Es más, España tiene el potencial, por su experiencia, capital humano, localización y otras cuestiones, de ser un referente en la construcción de estos nuevos molinos marinos. Esto es lo que se debe de aprovechar. La infraestructura de la eólica marina se puede exportar, especialmente al norte de Europa, lugar en el que se está apostando mucho por esta energía.

De hecho, grandes empresas españolas como Iberdrola están siendo un referente en este campo. La compañía bilbaína tiene varias plantas marítimas en el Mar del Norte. Si hacen uso de tecnología elaborada en España, los beneficios repercutirán en más sectores y localidades.

No hay que olvidar que el progreso tecnológico y económico no puede estar al margen de la población en general, ni mucho menos de aquellos que viven en zonas más apartadas y desconectadas de los nuevos grandes núcleos poblacionales. Si se tienen en cuenta estas cuestiones, la eólica marina será bien vista por todos y no será considerada como una invasión a la actividad y la forma de vida local.