Rahola se ofende y es la ofensora
A Javier Cercas, uno de los escritores catalanes más vendidos en toda España, le hicieron una entrevista que se publicó en el Periódico este pasado domingo. Hablando de los terribles efectos de la pandemia que vivimos, le viene también a la mente la gran crisis que sufrimos los catalanes cuando el gobierno independentista de la Generalitat dio un golpe de estado en el 2017. Rememorarlo le revela que la situación actual le afecta menos de lo que aquello le afectó.
Y eso hace saltar en tromba a Pilar Rahola, ungida ella de superioridad moral y santa indignación. “Ara només espero que us trobeu amb algun familiar dels milers de morts per la pandèmia. No li aguantareu la mirada. Foteu fàstic” (Ahora sólo espero que os encontréis con algún familiar de los miles de muertos de la pandemia. No le aguantaréis la mirada. Dais asco.)
Querida, el asco lo dan y darán siempre la gente como usted. No me extraña que ese comentario la dispare como un resorte. Sin duda es su mala conciencia que no la deja vivir y la obliga a buscar pretextos para denigrar a quién le recuerda su gran infamia. Si al Sr. Cercas una desgracia como la pandemia le despierta la memoria de otra es porque sucedió hace sólo un par de años, el daño fue catastrófico y el causante no fue un bicho sin cerebro ni intención: fueron otros catalanes, conciudadanos y vecinos.
Casi nada, Sra. Rahola. Y hay que ser cínico para rebotarse cuando una víctima de sus tropelías le muestra una herida que la mayoría de catalanes aún tenemos abierta. Y lo está porque, no sólo nunca pidieron perdón por el daño descomunal a la convivencia y a la economía que causaron, sino que nada de lo que sucedió les ha servido para que abandonen un proyecto irracional, mezquino y disparatado. Tiene narices que, usted, que forma parte de la casta agresora, se sulfure porque uno de los agredidos confiese hasta qué punto le afectó su agresión.
En noviembre del 2013, uno de su colla, Oriol Junqueras amenazaba, con esa frivolidad criminal que les caracteriza, con “parar la economía catalana”. Pues bien: ya saben lo que sucede cuando por algún motivo se para la economía de un país. Algo vieron ya, pues la fuga de empresas y de capitales presas del pánico por su desafío golpista en el 2017 dejó muchas plumas volando en el gallinero de nuestra tierra.
“Me tocó profundamente. Cambió la visión de lo que había sido mi puñetera vida. Cuando la Historia en mayúsculas llega, se mete dentro de casa y te cambia a ti y a la relación con la gente. Esta crisis es terrible, pero me afecta menos de lo que me afectó aquello. Fue brutal”, dice Javier Cercas. Usted no lo entenderá o no lo querrá entender, pero aquello fue, efectivamente, brutal. Y esa confesión, en medio de una pandemia que nos desgarra el alma por todos los que no han podido soportarla y por las consecuencias económicas que nos va a traer, debería hacerle reflexionar un poquito. Fíjese si nos afectó, que hasta nos viene a la cabeza cuando pensamos en calamidades.
Menos lecciones, Sra. Rahola. Su actitud es como la de un matón que ha participado en un “gang rape” y riñe a su víctima por tenerlo aún fresco en el recuerdo. Nosotros, a diferencia de usted, podemos mirar a los ojos de cualquiera, pues en esta crisis hemos respetado y apoyado las recomendaciones y obligaciones del estado de alarma. Hemos hecho lo posible por protegernos y proteger así a médicos, sanitarios y todo el personal al que le debemos habernos sustentado heroicamente durante estos meses. Nosotros no hemos causado el Mal. Pero ustedes no pueden decir lo mismo. Ustedes lo trajeron voluntariamente a Cataluña. Ahora, mírenos a los ojos.
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