Opinión

¿Qué fue de los Pujol?

«Y se hizo la luz», afirma el Génesis del Antiguo Testamento durante la descripción de la creación del Cielo y la Tierra. Y, más concretamente, a cuenta de la división entre la noche, las tinieblas; y el día, representado obviamente por la luz. «Y se hizo el silencio en el cielo como por media hora…», relata también el Apocalipsis en el transcurso de una conversación entre Juan y Jesucristo. Con los Pujol, que son con Don Jordi a la cabeza una suerte de dioses en versión catalana, también se ha hecho el silencio. ¿Me podría precisar cualquiera de ustedes cuál es la última vez que hemos escuchado mentar el escándalo de corrupción más grande de la historia europea contemporánea?

Aunque tengan la memoria de Dumbo, les puedo asegurar que no tendrán ni pajolera idea. Porque la última gran exclusiva sobre la familia más rica de Cataluña la ofreció a sus lectores OKDIARIO el día que vio la luz este proyecto inconformista: la medianoche del 22 al 23 de septiembre de 2015. Aquel día de locos en que exclamamos «¡adelante!» publicamos una noticia cuyo titular volvía a poner los pelos de punta: «Oleguer Pujol invirtió 440 millones en el Royal Bank of Scotland». No habían pasado ni 24 horas cuando soltamos otra bomba informativa: «El benjamín de los Pujol movió otros 400 millones de euros a través del Irish Allied Bank». La información no se basaba en fuentes anónimas sino en copias de los documentos originales de ambas operaciones archimultimegamillonarias.

¿A usted le consta que la Fiscalía Anticorrupción haya abierto diligencias? Si es así, hágamelo saber, porque un menda tiene noticias de que más bien no ha movido un puñetero dedo. Lo cual indica que o bien ha hibernado el caso Pujol, o bien hay actuaciones secretas que pueden explotar informativamente en cualquier instante. Me temo muy mucho que estamos ante la primera opción. Los antecedentes no son precisamente como para tirar cohetes: el CNI (cuando se denominaba Cesid) alertó con todo lujo de pruebas a Felipe González en el ecuador de los 80 y los 90 que los Pujolone sobrecogían a diestra y siniestra. ¿Y qué hizo el presidente socialista? Mirar al cielo, soplar y a otra cosa, mariposa. Y la banda continuó erre que erre proclamando a los cuatro vientos: «¡A robar, a robar, que el mundo se va a acabar!».

Tres cuartos de lo mismo ha ocurrido con el caso Pujol, destapado por un servidor allá por noviembre de 2012 cuando oraba y laboraba en el diario El Mundo. En este prolijo informe policial se asegura que Pujol y Mas poseen cuentas en Suiza y se atribuye al primero de los dos una fortuna oculta en el país helvético de al menos 132 millones de euros. Cuando lo desvelamos nos llamaron de todo menos guapos. Fundamentalmente, algunos medios de comunicación próximos al establishment felipista. El propio canal territorial de TVE en Cataluña se deshizo en elogios al primer presidente autonómico catalán y nos dio palos a los firmantes de la noticia por tierra, mar y aire. Don Vito, Artur Mas, Felip Puig y los Mossos nos metieron sendas querellas por injurias y calumnias. Perdieron las cuatro porque los cuatro jueces/juezas que las instruyeron concluyeron que el borrador existía y, por tanto, lo que no existían eran ni las injurias ni las calumnias.

Más triste aún si cabe fue el resultado de la petición policial a la Fiscalía para registrar los domicilios personal y empresarial del hereu. La Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (Udef) reclamó formalmente ambas actuaciones y se encontró con un tan seco como contundente «no» por respuesta. El propio juez Ruz, entonces al frente del Juzgado de Instrucción 5 de la Audiencia Nacional, tampoco estaba muy por la labor. De locos. La cacicada en forma de chiste alcanzó su máxima expresión cuando se procedió a la entrada en casa del que se jactaba de ser el padre de Cataluña y en realidad no pasaba de ser más que el padre de todos los ladrones europeos. Fue un autogatillazo. La orden del juez prescribía que no se podía tocar un solo papel, un solo armario, perforar una pared o el suelo, más allá de la habitación que ocupaba Jordito Pujol Ferrusola en el número 96 de la barcelonesa calle General Mitre. Los cuartos de doña Marta y don Jordi, el salón, la cocina, la caja fuerte, los demás cuartos, las otras estancias, ni tocarlos. Sólo el dormitorio del nen, que por aquel entonces residía en casa de papá y de mamá porque acababa de ser operado de un brazo. El brazo con el que recogía las bolsas de basura llenas de bin ladens.

¿Les suena que Don Jordi, Doña Marta, Jordito, Marta, Pere, Josep, Oriol, Mireia u Oleguer hayan pisado un calabozo o pasado un día en prisión? Si así fuera, comuníquenmelo, porque el arriba firmante, que está al cabo de la calle en la materia, tiene bien claro que no. ¿Por qué Francisco Granados permanece desde hace dos años y un mes en la trena sin sentencia firme y estos pájaros ni están ni se les espera? O café para todos o café para ninguno. Es un hecho probado que el pequeño de la famiglia, Oleguer, invirtió 2.177 millones en la compra de 1.152 oficinas del Santander, más de 100 en la adquisición de sucursales de Caja Madrid y otros 300 kilazos en la adquisición de las tres sedes históricas del grupo Prisa. El dinero procedía de dos paraísos fiscales: Jersey y Guernsey. La Policía calcula que el clan posee más de 3.000 millones de euros entre el dinero blanqueado y el que reside en tierras lejanas.

Prueba incontrovertible de cómo están las cosas es el intento de algunos de intentar enmarronarnos a Esteban Urreiztieta, Fernando Lázaro y al que le da a la tecla por haber contado a la opinión pública que la Policía localizó fondos de Xavier Trias en Suiza. Tanto el entonces ministro Jorge Fernández Díaz en sede parlamentaria, como la Udef, ante el magistrado de Plaza de Castilla que instruye la querella que nos interpuso el millonario ex alcalde, han ratificado la existencia de la investigación y han aportado las correspondientes pruebas documentales. OKDIARIO publicó hace un par de meses los pantallazos de las cuentas en el banco ginebrino UBS. Pero hete aquí que se pretende hacer lo mismo que con sus amigos los Pujol: luz de gas. Y eso que el caudal probatorio no puede ser más amplio y más profundo.

Dios quiera que me equivoque pero esa intuición que tan pocas veces me falla a la hora de diseccionar a un político me indica que se va a prostituir la verdad oficial. Para empezar, porque el mayor ladrón de Europa tenía business con algún español muuuuyyyyy vip. Y ya ha parafraseado a Luis Roldán amenazando con «tirar de la manta». Para terminar, porque el precio a la pax catalana tal vez sea la impunidad de un político que no tiene parangón en la Unión Europea en el asqueroso arte de trincar. Espero, confío y deseo que la honrada Soraya no caiga en la tentación en su despacho de la calle Mallorca de la Ciudad Condal. En materia procesal tampoco puede haber paraísos fiscales. Consagrar aún más a las castas de intocables de este país supondría un paso atrás en la consolidación de un Estado de Derecho de verdad que nos homologue de una vez a las democracias de mayor calidad del mundo. Si queremos ser Noruega, Dinamarca, Suecia, Reino Unido, Alemania o Estados Unidos debemos ir hasta el final con los Pujolone. Si, por el contrario, ansiamos parecernos a Marruecos, a Gambia, a Zimbabue o a Venezuela, vamos por el buen camino.