Opinión

Los puntos negros de la DGT

La inspección interna abierta por la Dirección General de Tráfico (DGT) debe esclarecer con la máxima diligencia qué ha pasado con la concesión de los cursos para recuperar los puntos del carné. Autoescuelas de Castilla-La Mancha, Baleares, Murcia o Comunidad Valenciana acusan a la subdirectora adjunta de Formación Vial, Marta Carrera, de amañar esos concursos en connivencia con el presidente de la Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE) José Miguel Báez. Un caso que extiende una alargada sombra de sospecha sobre ellos y que en ningún caso puede permitirse un organismo dependiente del Ministerio del Interior. Gracias a estas prácticas, puestas negro sobre blanco por los denunciantes, José Miguel Báez ha sostenido una suerte de monopolio que le ha hecho ganar 24 millones de euros brutos en siete años. Los testimonios aseguran que explotó irregularmente la mayoría de los cursos a través de las autoescuelas que forman parte de CNAE en detrimento de las que no lo son y están repartidas por toda España.

La grabación difundida en exclusiva por OKDIARIO muestra cómo Báez y Carrera acuerdan las condiciones del concurso para que CNAE fagocite la práctica totalidad de los cursos obligatorios que deben realizar todos los conductores que pierden puntos y quieren recuperarlos. Esa posición de poder le permitía exigir 800 euros a fondo perdido a las autoescuelas para poder concurrir bajo su protección. Un diezmo que exigía a sabiendas de su privilegiada situación. Y es que Báez tenía montado un negocio muy lucrativo. Más allá de los 24 millones de euros que iban para CNAE de los 142 que se generaban con esta actividad, esta empresa desarrollaba un modus operandi de recaudación extra cercano al surrealismo. Por ejemplo, cobraban 10 euros de cada alumno a las autoescuelas por los costes de publicidad o 5 euros si el trabajador de cualquier centro se equivocaba al apuntar el DNI o la fecha de nacimiento de un cliente. Unas «facturas de incidencias» que reflejan bien a las claras hasta qué punto llegaba el negocio sostenido por José Miguel Báez y permitido por Marta Carrera.