El PSOE y su ‘Puigdemont president’
He colgado en la pared de mi despacho la nota de prensa en la que el partido de Pedro Sánchez decía que «el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, se ha reunido esta tarde con el president Carles Puigdemont». Más que nada porque es muy difícil superar esta barbaridad, que es la máxima muestra de que el PSOE está dispuesto a arrastrarse lo que haga falta para retener el poder. Ni dignidad, ni ideología, ni valores. Puro oportunismo para mantener un puñado de generosos sueldos y poder seguir manejando de manera clientelar el dinero público con la excusa de una «coalición progresista» que incluye a formaciones tan reaccionarias como PNV y Junts.
Que el partido que detenta la presidencia del Gobierno de España y, por lo tanto, los ministerios de Interior y Justicia, llame «president» a un tipo que se ha fugado en el maletero de un coche, que ha burlado a la Justicia democrática de nuestro país y que ha insultado a nuestras instituciones allá por dónde ha estado, demuestra que el PSOE no es una formación que defiende el interés general, sino una banda. De qué, lo dejo a su elección, pongan ustedes los calificativos. Los socialistas no se limitan a pactar prebendas con lo peor de la política española, con partidos supremacistas cuyos dirigentes se sienten superiores al resto de ciudadanos y, por lo tanto, merecedores de todo tipo de privilegios. Sánchez también le limpia las botas al amo separatista y le dice «mi president, espero que lo haya hecho a su gusto».
Da tanta pena que una formación que ha participado en la creación de nuestro sistema democrático, que fue clave en el consenso que nos dotó de una de las constituciones más avanzadas de Europa, se arrastre ante unos partidos que odian a España, que lo mejor que podría hacer el PSOE, si le quedara un poco de dignidad, sería disolverse. En la reunión con Santos Cerdán todo fue humillación: Carles Puigdemont le recibió en una sala presidida por una gigantesca foto de una urna de la intentona golpista del 1 de octubre de 2017 y, en la posterior nota de prensa, los socialistas, en vez de usar algún eufemismo con Puigdemont, le describieron como «president», sin cortarse un pelo. Si París bien valía una misa, una investidura bien vale reptar un poco ante el líder de Junts, pensó Sánchez. Pero para los que consideramos que nuestro sistema democrático necesita, para ser viable, un partido de centro-izquierda fuerte y responsable, lo que ha hecho el PSOE de Sánchez es dinamitar las bases de nuestra convivencia.
A partir de ahora, todo lo que pueda pasar en nuestro país será responsabilidad exclusiva de Pedro Sánchez y su cohorte de pelotas y enchufados. Si para mantener el poder los socialistas no sólo pactan con formaciones indeseables, acuerdan amnistiar a golpistas y, además, se les rinde pleitesía y llaman «president» al prófugo Puigdemont es que están dispuestos a acabar con nuestro Estado de derecho. Es el camino que ha decidido seguir el PSOE y que no acabará nada bien, por desgracia. Porque cuando la ley democrática se intenta desnaturalizar a favor de los delincuentes, una sociedad acaba estallando. Triste es que una jornada tan importante como la jura de la Constitución de la Princesa Leonor se haya enmarcado en este contexto de traición institucional por parte del partido que malgobierna nuestro país.
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