Opinión

El proteccionismo es un peligro

Vivimos un tiempo en el que parece que el proteccionismo y sus prácticas tratan de abrirse camino de nuevo en el contexto internacional, con todo el efecto negativo que ello tendría en la economía y el empleo.

Sólo se puede entender el desarrollo actual de nuestra sociedad, tanto de la nacional como de la internacional, desde la óptica del libre comercio, de su internacionalización y del derribo, por tanto, de barreras al mismo. Los datos no dejan lugar a dudas: tanto en la primera mitad del siglo XIX como en la segunda parte del siglo XX y el tiempo que llevamos en el siglo XXI han sido momentos de gran expansión económica y una paz internacional más duradera y amplia. El libre comercio y la internacionalización de la economía aportan elementos muy positivos al progreso económico:

Por el contrario, las restricciones al comercio y a la internacionalización de la economía son nocivas para el desarrollo económico, al frenar la actividad económica y el empleo. Cuando se implantaron en la segunda mitad del siglo XIX, generaron el caldo de cultivo de las dos grandes guerras del siglo XX.

Y esas restricciones al comercio es lo que puede significar la guerra comercial profunda que asoma entre Estados Unidos y China, que tendrá graves consecuencias para el bienestar internacional si se consuma: menos productos y más caros, que empobrecerá a empresas y ciudadanos. Guerra comercial que también puede ser iniciada contra la Unión Europea, tras asistir ya a unos primeros escarceos. Del mismo modo, el Brexit constituirá un retroceso muy importante tanto para el Reino Unido como para la Unión Europea, debido al encarecimiento de sus relaciones comerciales, especialmente si no hay acuerdo.

En conclusión, vivimos momentos complejos, en los que mientras que la globalización avanza y las economías, gracias a ella y al libre comercio, han crecido y mejorado su renta real como nunca antes habían hecho, los amantes del proteccionismo pretenden volver con sus recetas fracasadas para, con los pretextos de siempre, coartar la libertad comercial y, con ello, la economía internacional. Ése no es el camino y hay que evitarlo si no queremos retroceder en toda la prosperidad conseguida gracias a la libertad económica, gracias a la libertad comercial.