Opinión

¿Podemos o Batasuna?

Unidos Podemos se viste con el traje de Batasuna cada vez que tiene la oportunidad. Los principales líderes de la formación morada han salido en defensa del rapero César Strawberry después de que el Tribunal Supremo lo haya condenado a un año de cárcel —y seis años y medio de total inhabilitación— por un delito de enaltecimiento del terrorismo y humillación a las víctimas. Pablo Iglesias, con su habitual demagogia, ha dicho que «le cae la mitad de cárcel que por quebrar cajas de ahorro». Una línea asentada sobre esa pertinaz hipocresía que también profesan otros gerifaltes podemitas como el black Ramón Espinar, el antisistema Miguel Urbán o el otro gran apóstol de los tuits violentos y filoterroristas: Guillermo Zapata. Todos ellos han hablado de «dictadura», «grave despropósito» y «vergonzosa condena». En realidad, lo único vergonzoso, al igual que en el caso de Zapata, es el contenido publicado por Strawberry entre noviembre de 2013 y enero de 2014.

El líder de Def con Dos debe pagar rigurosamente ante la justicia por barbaridades como «Esperanza Aguirre me hace añorar hasta los GRAPO», «a Ortega Lara habría que secuestrarle ahora» o «ya casi es el cumpleaños del Rey… le voy a regalar un rocón-bomba». Si esta concatenación de inmundicias no fuera suficiente, aún se animó a proponer un «Street Fighter, edición post ETA: Ortega Lara versus Eduardo Madina». Su obsesión con la banda terrorista, que tanta muerte y opresión ha provocado en España durante décadas, denota una siniestra personalidad. Especialmente lamentables son los chistes sobre Ortega Lara. Un hombre sencillo, funcionario de prisiones, que en la desesperación de sus 532 días de cautiverio incluso llegó a planear cómo quitarse la vida debido al infierno que sufrió enterrado en vida. Ante esos mensajes, resulta deleznable que ciertos representantes públicos —Podemos y su cercanía a los modos abertzales— apoyen este tipo de conductas. Tampoco parece muy lógico que una víctima del terrorismo como Eduardo Madina se preste a defender al rapero, menos aún cuando ha sido uno de los despreciados. Mal le irá a la izquierda española en general, y a la socialdemocracia en particular, si depende de representantes con semejante laxitud moral.