Opinión

Plan Urkullu: lavar los cerebros y blanquear a los asesinos

Iñigo Urkullu quiere mantener la condición de lendakari al precio que sea. Aunque ejecute un plan que incluya un lavado de cerebro a los estudiantes a través del siniestro blanqueamiento de los asesinos de ETA. El PNV ha iniciado un giro radical muy preocupante en el País Vasco. A pesar de su nacionalismo, casi siempre ha sido un socio verosímil para los distintos gobiernos de España. No obstante, ahora, obcecados en arrebatar parte de su electorado a Bildu, van caminos de convertirse en una formación con tics de una radicalidad intolerable. Sucede, por ejemplo, con la intención del Gobierno vasco de llevar a los centros educativos durante el próximo curso un proyecto piloto para impartir una «memoria reciente» de la comunidad.

«Memoria» que, entre otros dislates diabólicos, muestra a los miembros de ETA como parte de una «revolución juvenil». Uno de los grandes padres de la política moderna fue el romano Marco Tulio Cicerón. A pesar de nacer en el siglo I antes de Cristo, entre sus muchas enseñanzas dejó una frase que se ha cumplido con funesta exactitud durante más de 2.000 años: «Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla». Peor que olvidarla, incluso, es manipularla a través del blanqueamiento de unos asesinos que dejaron casi 900 víctimas mortales, 16.000 personas heridas, quemadas o mutiladas y 42.000 seres humanos cuyas vidas acabaron destrozadas por la angustia física o psicológica que les provocó tener que soportar la violencia de ETA durante más de 50 años.

Esa «revolución juvenil» tiene unos líderes encarcelados que, como en el caso de David Pla, han declarado en repetidas ocasiones que «no lamentamos lo que hicimos». El Partido Socialista no puede consentirlo. Pedro Sánchez debe condenar cualquier iniciativa que vaya en contra de las víctimas del terrorismo, colectivo que ha de tener siempre la protección y el respecto inexcusable por parte de todos los políticos del arco parlamentario. Un respeto que demostrarían los socialistas si, como socios del Gobierno en el País Vasco, se opusieran a dicha medida. El PSE-EE de Idoia Mendia no puede ser cómplice de este dislate de Urkullu y los proetarras de Bildu. Así debe exigirlo Pedro Sánchez si quiere tener alguna posibilidad de que su estancia en La Moncloa no sólo sea el producto de una moción de censura.