Periodismo, libertad
Si leen estas líneas, antes de coger el último avión, es porque estaré privado de hacer lo que me gusta, periodismo, ejerciendo la libertad de contarle las cosas que veo que pasan en Venezuela. Las escribo en el momento de recibir las últimas instrucciones y desde un país cercano donde se refugian, entre otros, el ex jefe del Sebin que ayudó a Juan Guaidó al alzamiento militar del pasado día 30. De todas las vías de entrada al país, me dicen que esta es la menos peligrosa pese a estar también controlada por Nicolás Maduro.
Me engañaría a mi mismo si dijera que no tengo miedo. Cuando escribo estas líneas y en este preciso momento. Un miedo que durante estos días he negado a mi entorno más cercano: a mi familia, a mis amigos y a los que más quiero y me pedían que no viajara a Venezuela. En mi anterior vi no tenía miedo. Estuve en febrero y sé lo que era. El único miedo entonces era a los delincuentes comunes, mayoría entre la población. Pero todo ha cambiado.
Ya en febrero, viví lo que suponía ser retenido y vigilado casi permanentemente por la Guardia Nacional Bolivariana, cuando al pasar el primer control de migración tenían casi más información de mi mismo que la que tenía yo. Pero debo reconocer que en todo momento el trato fue cordial, incluso con cierta amabilidad. Hace unos minutos, cuando me han dado las últimas instrucciones, me han advertido que ya no era así.
No sé si está privación de libertad durará tan solo unas horas y me expulsaran del país o unos días. El régimen quiere controlar el silencio informativo y como consecuencia de la acogida en la embajada de España al líder opositor, Leopoldo López, los periodistas españoles somos los más vulnerables.
El periodismo es una herramienta de denuncia y transformación social, un puente a partir del cual transmitir lo que unos pocos no quieren que se sepa. No me hice periodista para tener amigos, nunca lo he pretendido. Este, el oficio más bonito del mundo, te da alegrías y te provoca rabias. Pero, al final, es el que uno decidió desempeñar, con las cosas buenas y las cosas malas. Al final, la libertad se impondrá y podremos volver a hacer periodismo.
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