Opinión

Pedro Judas Sánchez y Yolanda Mata Hari

Si se diera a la gentuza el poder de gobernar, ésta se lo entregaría, a su vez, a una dictadura, encabezada por demagogos, como Iglesias, que buscan controlar el pensamiento, reprimir los derechos humanos y corromper las instituciones, con el único propósito de transformar una gran nación histórica en una república bananera. Sánchez, otro que tal baila y que hace suya cualquier insensatez que le propongan, también reclutó gentuza a granel, sacándose de la manga un lunático Gobierno de coalición, para no tener que salir por pies de Moncloa. Dos refranes le definen: dime con quién andas y te diré quién eres, o/y, el codicioso y el tramposo, fácilmente se conciertan… Si los partidos conservadores -que claman contra la ruina que genera el sanchismo- no se unen, un tirano zumbado e impopular, como Judas Sánchez, que es abucheado cada vez que pone un pie en la calle, podría seguir gobernando.

¿Cuál es el objetivo de celebrar nuevas elecciones en España? Desde luego, no el de permitir que esta gentuza nos gobierne. La finalidad de los comicios sería decidir las acciones en pro de la sociedad y en contra de quienes no la corresponden, por su desobediencia y total falta de respeto a la Constitución y al orden legal, sería decidir qué clase de gente gobernará a 47 millones de españoles. Gobernar, sí, pero nunca arbitrariamente, como hace Judas Sánchez, porque eso también es tiranía, sino estando sujeto a un control constante y transparente, bien distinto al que nos tiene acostumbrado la zafia coalición. España necesita un Gobierno que no amenace a la prensa libre, ni nos fría a impuestos, un gabinete que reduzca el obsceno gasto de 23 ministerios que nada solucionan, una estructura estatal solvente que no dilapide los fondos que maneja y pueda asistir a los damnificados de La Palma, con hechos y no con promesas de Judas Sánchez, que jamás cumple con lo que promete.

Afortunadamente, para quienes sueñan con que en un cercano futuro habrá elecciones, ha aparecido en la escena política una Mata Hari de ocasión, que atiende por Yolanda Díaz, a la que apenas le falta perfeccionar el exótico baile balinés para reencarnarse en la célebre espía. Porque Yolanda no pasa de ser una provinciana espía comunista, que el ex vicepresidente en fuga y siempre traicionero Iglesias, introdujo en el Gobierno para dinamitar la coalición. Yolanda llegó al Gobierno con la misión de metérsela doblada a Sánchez. La agente doble, mujer sagaz donde las haya, cumplió con su tarea y alborotó un gallinero dado a las peleas de gallinas. Apagó los cacareos de Calviño y erizó el plumaje de las cluecas, Ione e Irene, que ya no pintan un pimiento en el gabinete. Desde que Yolanda, emulando a Mata Hari, sedujo a Sánchez, la que gobierna es la gallega. Juró derogar la reforma laboral, pero la UE la frenó en seco y no hay derogación posible. Aunque Mata Hari y Judas no admitan su fracaso, se han cachondeado de nosotros.

La realidad ha pulverizado las pancartas que tenían previsto sacar en las próximas elecciones estos trileros: “Mata Hari y Judas Sánchez derogaron la reforma laboral”. Y una mierda pinchada en un palo, que sería la pancarta más sincera.