Opinión
Carta al ciudadano Sánchez

Pedro, estás muerto y no lo sabes

Estimado presidente:

Tengo que confesarte que fue leer el domingo pasado el diario gubernamental El País y todos los satélites que riegas con el dinero de nuestros impuestos y llevarme una alegría. Los titulares eran prácticamente idénticos, todos a una como en los tiempos más duros de la dictadura, las consignas siguen funcionando 49 años menos dos meses después de la muerte de ese Francisco Franco al que pareces querer emular por esas traiciones del subconsciente que tan malas pasadas nos juegan a los humanos. Venían a decir que vas a agotar la legislatura sobre la imbécil base de que los fondos europeos suplirán la falta de Presupuestos y la ausencia total y absoluta de mayorías para sacar adelante siquiera una mísera toma en consideración de una proposición de ley, tal y como sucedió el martes. ¡Ah! Son tan pelotas que también achacaron tu segura permanencia en el Falcon hasta 2027 a la «buena situación económica». Se les olvidó puntualizar que a Mariano Rajoy lo mandasteis de vuelta a su casa de Pozuelo hace seis años con un PIB que crecía al 3%.

De la estupefacción, querido Pedro, pasé a la ensalada de carcajadas sin solución de continuidad al reparar en lo obvio: no cabe mayor expresión de debilidad. Aunque había runrún, coincidirás conmigo en que la caducidad de este mandato no figuraba en el primer plano de un debate público marcado esencialmente por tu antirobihoodiana decisión en materia de financiación autonómica de robar a los pobres para regalárselo a los ricos. Esto es como si en medio de un partido de baloncesto, afición que compartimos, el coach del equipo que va palmando de 20 puntos se dirige a las cámaras de televisión sin que nadie le haya preguntado y espeta: «No damos el partido por perdido». No es preciso gozar de un coeficiente intelectual de 170 para colegir que el entrenador da por sentenciado no sólo el match sino también su propia supervivencia al frente del equipo de sus amores.

Los latinos resumieron lo ocurrido hace una semana mucho mejor que un servidor con la manida y no por ello menos sabia frase: «Excusatio non petita, accusatio manifesta». La verdad es que a tus periodistas de cámara, a tus machacas y, obviamente, a ti se os fue la mano. Deben de estar muy mal las cosas para que un personaje como tú, que si algo ha demostrado es una combatividad, un instinto asesino y una chulería fuera de lo normal, incurra en semejante demostración de debilidad. Tan bestia que me diste un poco de pena, la verdad. A tus voceros no los cuento porque escriben al dictado. Pobrecillos.

No son cuentos sino cuentas, admirado Pedro. Es física y metafísicamente imposible que sobrevivas hasta 2027, tres añazos más

Siempre vaticiné, y como sé que me lees compulsivamente observarás que no miento, que esta legislatura sería clónica a la acontecida en los 90 tras esas elecciones del 6 de junio de 1993 en las que el cantado ganador, José María Aznar, se quedó con las ganas, y en las que el pronosticado perdedor, Felipe González, se tuvo que comer otros cuatro años en Moncloa pese a su hartazgo. Las encuestas, como en las últimas generales, se columpiaron. Cosas de esa historia que se repite de tanto en cuando. El de Bellavista se las vio y se las deseó para gobernar en medio de un océano de corrupción en el que nos levantábamos con un escándalo mayor que el del día anterior y en el que Jordi Pujol se descolgaba con una exigencia más desvergonzada que la de la semana precedente. Tu odiado Felipe duró dos años largos, no le dio tiempo a cumplir los tres. La pequeña diferencia entre el antecesor del antecesor del antecesor de tu antecesor es que contaba con 159 escaños, 39 más que tú. Aún sigue habiendo clases.

No son cuentos sino cuentas, admirado Pedro. Es física y metafísicamente imposible que sobrevivas hasta 2027, tres añazos más, cuando estás a años luz de la mayoría absoluta, 56 escaños, que se dice pronto. Si a Felipe, que era a tu lado Michael Jordan, le faltaron 15 meses para completar su último mandato, excuso decirte en qué niveles de supervivencia te vas a mover tú. La lógica se impone prácticamente siempre por perogrullescas estadísticas razones. El miércoles, Rufián, que tiene tan buena información normalmente como poco tino para la estrategia, nos recordó que llevas perdidas 35 votaciones en el Congreso desde tu vil investidura de noviembre. Y perdona lo de vil pero es que se me llevan los demonios cada vez que echo la vista atrás y certifico quiénes te hicieron presidente: ETA, los comunistas de Sumar, los chavistas de Podemos, los traidores del PNV y quienes nos pusieron contra las cuerdas el 1 de octubre de 2017.

Mantener cinco o seis platillos en el aire, presidente, es sencillo si atesoras una miaja de pericia. Pero practicar juegos malabares con 12 no lo ha logrado ni Anthony Gatto

Y eso de prorrogar Presupuestos con la misma facilidad con la que el churrero arroja compulsivamente masa al aceite hirviendo es un imposible físico y metafísico. Intuyo que te lo recuerdan todos los días desde Diego Rubio, tu flamante nuevo jefe de gabinete, del que me hablan muchos amigos comunes y casi todos bien, hasta Manolo de la Rocha júnior, pasando por Bego, que por muy imputadísima que esté sé que se esfuerza por mantenerte con los pies en el suelo. Últimamente con poco éxito. Prorrogaste los de 2018 en 2019 y en 2020 y este ejercicio no te va a quedar otra que hacer lo propio con los de 2023. Acumulas ya más de 1.000 días con las cuentas repetidas. Un auténtico recordman, sí señor. Mariano Rajoy alumbró las cuentas públicas todos y cada uno de los seis años y medio que permaneció en Moncloa. Sabes que, por muchas trolas que cuenten los bolaños de la vida, digo la verdad.

Mantener cinco o seis platillos en el aire, presidente, es sencillo si atesoras una miaja de pericia. Pero practicar juegos malabares con 12 no lo ha logrado ni Anthony Gatto, el mejor de la historia, el genio de los genios de El Circo del Sol. Si la osadía te alcanza para intentarlo con una docena lo normal es que, más pronto que tarde, unos pocos meses, no más, hagas un destrozo de padre y muy señor mío y te rompas la crisma tú mismo.

Lo peor que has podido hacer es chulearte de Carles Puigdemont, al que le podremos discutir su apego a la legalidad democrática pero no a la palabra dada

Claro que lo peor que has podido hacer es chulearte de Carles Puigdemont, al que le podremos discutir su apego a la legalidad democrática pero no a la palabra dada. No miente. No promete lo que no puede cumplir. Y a instinto asesino te gana por goleada, tenlo siempre presente. El primer feo que le hiciste fue dispensarle un trato antagónico al que él te había dedicado. Te avisó, por Zapateros interpuestos, que si querías continuar mandando en Madrid le tenías que dejar hacerlo a él en Barcelona. Quería que le hicieras un Pedro Sánchez. Lo normal. Cuando entre segundos anda el juego no queda muy bonito que pretendas que quien te puso primero en el podio, pese a que no habías ganado la carrera, se tenga que conformar con ocupar el escalón con el número 2 porque eres más chulo que un ocho.

Éste quizá ha sido el error capital que jamás te perdonará Carles. Te pasaste por el forro de tus caprichos las más elementales reglas de ese do ut des que es el principal mandamiento de la Ley de Dios en política. Tampoco te van a salir gratis, majete, los 28 incumplimientos del acuerdo de investidura que mi paisano Santos y su banda firmaron con el equipo de Puchi. Te burlaste desaforadamente de él cuando le prometiste que el catalán sería lengua oficial en la UE, cuando le juraste que les traspasarías las competencias de Extranjería, con la modificación del techo de gasto y, naturalmente, con la aplicación efectiva de la Ley de Amnistía, que ha beneficiado a un centenar de los 400 y pico condenados, la mayoría policías y guardias civiles enviados a Cataluña a defender la legalidad en 2017, sí, ésos a los que tú denominaste despectivamente «piolines». Como diría un cheli, lo tuyo ha sido nasti de plasti de manual.

Puigdemont continúa en Waterloo pese a su reaparición modelo Houdini del 8 de agosto. Y otros minipuigdemonts permanecen en el mismo limbo legal. No saben si van a ir al cielo tras haber pasado por el purgatorio o si se tendrán que quedar para siempre, o al menos otra temporadita más, en el infierno. Puro cachondeíto. Nada nuevo bajo el sol. Perdona que insista pero estos tíos no son los panolis de ERC, a los que les diste la del tocomocho en 2020 tras firmarles una mesa permanente de diálogo con Cataluña que sólo se reunió ¡¡¡una vez!!! Don Carles carece de ese puntito masoca de Junqueras y Marta Rovira, a los que les pone que te mofes en su jeta.

Tengo meridianamente claro que, más pronto que tarde, te vas a pegar tal chufa que no te  reconocerá ni la santa madre que te parió

Sabes mejor que nadie que el tête-à-tête de ayer en Ginebra terminó peor que había empezado, como el rosario de la aurora. Y no creo que hoy lo arregles porque lo tuyo no es magia sino enfermiza falsedad. De unos pocos independentistas te puedes burlar todo el tiempo, de todos los independentistas un poco de tiempo, pero me resulta inimaginable que puedas hacerlo de todos todo el tiempo. Menos aún de uno llamado Carles Puigdemont i Casamajó, que es diez veces más killer que tú. Puedes escaquearte de hacer realidad uno de los puntos del acuerdo, tres o cuatro, pero no ¡¡¡28!!!

Tienes lo que te mereces, Pedro de mis entretelas, y perdona que sea tan duro y tan directo. Ya sabes aquello del cántaro que, de tanto ir a la fuente, termina por quebrarse. No sé si caerás vía moción de censura —eso se huele Rufián—, si será por culpa de los business familiares o tal vez cuestión de una amplia derrota en unas elecciones anticipadas que no pueda paliar ni siquiera esa amoralidad que te lleva a pactar con el diablo. Pero tengo meridianamente claro que, más pronto que tarde, te vas a pegar tal chufa que no te  reconocerá ni la santa madre que te parió. Y, para colmo, te has buscado más enemigos que días tiene el año. En fin, que veo cercana tu muerte, la política, claro. Que lo cortés no quita lo valiente y te deseo larga vida. Eso sí: lo más lejitos de Moncloa posible.

Un abrazo, presidente, y ¡recuerdos a Bego!