Opinión

El ‘paellismo-estalinismo’ de la Rahola

De la misma manera que el mítico posado de Ana García Obregón en la playa era uno de los momentos estelares del verano para la prensa rosa, la paella que organiza la periodista Pilar Rahola marca el punto álgido del estío para buena parte del separatismo. Los que caen de la convocatoria, y los que van, indican el estado de ánimo de la neoconvergencia o el ‘puigdemontismo’, como prefieran denominar al Movimiento Nacional heredero del pujolismo.

Aparte de algunos fijos del arroz de la Rahola, como el fugado en Waterloo Carles Puigdemont y su ‘mini-yo’ Toni Comín, en la foto de este año hay tres personajes que despiertan mucho interés, porque indica hacia dónde se está moviendo el antiguo centro-derecha nacionalista, actualmente en rumbo hacia un paellismo-estalinismo digno de la Venezuela de Maduro o de otros regímenes totalitarios del mismo signo.

Hubiera sido impensable en una comida veraniega con los Pujol en su época de esplendor que tres de los protagonistas hubieran sido el diputado de EH Bildu en el Congreso Jon Iñarritu, o la pareja Albano Dante Fachín y Marta Sibina, que durante años denunciaron la corrupción de la antigua Convergència Democràtica en el campo de la Sanidad. Hasta editaron una publicación que se dedicaba casi, de manera monográfica, a narrar las tropelías que la formación de Pujol y Artur Mas hacía con el dinero púbico.

Pero en la neoconvergencia de Carles Puigdemont, que juega a ser más radical que los antisistema de la CUP, estos tres personajes son más que bienvenidos. De hecho, parece que hay una competición entre Junts y ERC para ver quién se lleva mejor con una formación estalinista como Bildu, que tradicionalmente ha sido un fiel aliado del partido de Junqueras. Y Marta Sibina y Albano Dante Fachín vienen de la extrema izquierda, y en su momento formaban el ala más radical de la sucursal catalana de Podemos. Este último ya dio su apoyo público a Junts en las elecciones generales de noviembre de 2019, y comienza a recolectar los frutos de su adhesión al puigdemontismo.

Para entender el giro hacia el extremismo del antiguo centro-derecha nacionalista no hemos de olvidar que el cabeza de lista al Senado por la provincia de Barcelona por Junts en las últimas elecciones generales fue Roger Español, un radical separatista que perdió un ojo en una refriega con la policía durante los disturbios provocados durante la consulta ilegal del 1 de octubre de 2017. Diversos vídeos probaron como tiró vallas a los agentes y mostró una actitud violenta. El coqueteo de la formación de Carles Puigdemont con radicales que nunca formaron parte del pujolismo, indica el giro de esta formación hacia sectores de la extrema izquierda, para desbordar a Esquerra Republicana y la CUP en la competición para ver quién es más independentista.

De hecho, el puigdemontismo se ha convertido en una alianza entre radicales de ultraizquierda y ultraconservadores obsesionados en su rencor hacia España, como Laura Borràs o Joan Canadell, personas acomodadas que insultan continuamente a todo lo que huela a “español”. Recordemos el “España es paro y muerte” de Canadell en la época más dura de la pandemia, toda una declaración de intenciones sobre su voluntad de “concordia” con el resto de regiones del país. Y no olvidemos como la actual presidenta del Parlament firmó el ‘manifiesto Koiné’, un documento que exigía la erradicación del castellano como lengua oficial en una Cataluña independiente.

Canadell estuvo presente en la paella, dado que es uno de los más fieles apoyos de Rahola en su empeño en situar al neopujolismo en la radicalidad más absoluta. Un empresario que muestra continuamente su rencor a España compartiendo fiesta con un diputado de Bildu y dos ‘fichajes’ puigdemontistas provenientes de la extrema izquierda. Este es el universo del neopujolismo en 2021.