Opinión

Orgulloso de la Guardia Civil, muy harto de los Mossos

Los mandos de los Mossos d’Esquadra tienen la piel demasiado fina si consideramos la reciente trayectoria de este cuerpo policial a la hora de ofender y de faltar al respeto a millones de catalanes, a todos aquellos que no somos secesionistas y que defendemos el respeto y el cumplimiento de las leyes democráticas de nuestro país, España.

Que el secretario general de la Consejería de Interior de la Generalitat, Brauli Duart; el director general de los Mossos d’Esquadra, Pere Ferrer, y el comisario jefe de la policía autonómica, Eduard Sallent abandonaran el acto celebrado en Cataluña en homenaje a la Guardia Civil antes de su conclusión total, con la excusa de que estaban ‘ofendidos’, es un mal chiste. Porque ellos, los mandos de los Mossos, llevan años ‘ofendiendo’, y de verdad, a los catalanes que no votamos en clave separatista.

El discurso del general jefe de la Guardia Civil en Cataluña, Pedro Garrido, fue ejemplar, y no faltó a la verdad. Su defensa de la legalidad, y la renovación del compromiso del cuerpo que dirige hacia la seguridad de los catalanes, fue ejemplar. Si los mandos de los Mossos ya están buscando excusas para mirar hacia otro lado, de cara a la respuesta a la más que probable violencia secesionista cuando se sepa la sentencia del 1-O, que no sigan, porque no nos engañan. Millones de ciudadanos recordamos como los dirigentes de la policía autonómica dejaron tirados a la Guardia Civil y a la Policía Nacional el 1 de octubre de 2017, y como permitieron que los golpistas hicieran su simulacro de referéndum a pesar del mandato judicial que lo impedía.

¿Se creen los mandos de los Mossos d’Esquadra que olvidamos las imágenes del 1-O de compadreo entre docenas de agentes de la policía autonómica con los que ese día violaron la ley y ‘okuparon’ los colegios? ¿Se creen que no nos damos cuenta de la persecución política a la que han sometido a los pocos ‘mossos’ constitucionalistas que alzan la voz para denunciar los incumplimientos de la consejería de Interior? ¿Se creen que no vemos como permiten los insultos y ofensas que impunemente su agente ‘preferido’, el líder de los ‘Mossos per la República Catalana’, Albert Donaire, vierte continuamente en las redes sociales contra España, Guardia Civil y Policía Nacional? ¿Se creen que no nos acordamos del espionaje a que algunos agentes de los Mossos sometieron a líderes sociales y políticos no secesionistas? ¿Se creen que no hemos visto como han permitido que los secesionistas llenaran los espacios públicos de propaganda ‘amarilla’ mientras solo pedían la documentación o retenían a los ciudadanos que, siguiendo la doctrina del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña sobre la necesaria neutralidad de las calles, quitaban lazos y ‘esteladas’?

Si alguien tiene derecho a ‘ofenderse’ somos los millones de catalanes que nos sentimos desprotegidos ante los abusos de los mandos de los Mossos. Porque muchos tenemos miedo que, ante la violencia que pueden desatar los CDRs cuando se sepa la sentencia, la respuesta de la policía de la Generalitat oscile entre la tibieza y la nada. No nos sentimos protegidos, y eso es lo peor que puede ocurrir en una sociedad que se dice democrática. Y lo siento mucho, pero Cataluña es una zona de España en la que la democracia está en franca retirada. Basta con ver a Quim Torra para darse cuenta de la deriva totalitaria en la que está cayendo lo que antaño era una de las regiones más prósperas y cultas de nuestro país.

Por cierto, espero que el Ejecutivo en funciones no cometa la indignidad de sancionar o reprender al general Garrido. Ya la actuación de Teresa Cunillera, delegada del Gobierno en Cataluña, yendo corriendo a rendir pleitesía a los mandos de los Mossos ha sido penosa. Espero y deseo que no pasen de lo lamentable a lo humillante.