El niño de Totalán

El niño de Totalán

El domingo 13 de enero un niño de 2 años, Julen, cayó a un pozo muy estrecho y profundo en Totalán, localidad malagueña, sin que haya sido posible su rescate. La fecha más próxima este miércoles para el mismo sería el día 24, transcurridos 12 días. Desde el primer momento se transmitió la impresión de que no se sabía cómo abordar la situación, la estrechez del pozo y un tapón de arena formado por encima del niño –sin que se conozca la razón–, la conformación del terreno y el estudio de la estrategia para abordar el rescate han sido retransmitidas en directo mientras pasaban las horas y los días ante la desesperación de los padres. Habían transcurrido tres días cuando el padre del menor se lamentó ante los medios de comunicación de que hubiera tantos políticos allí pero que no veía mover una piedra ni hacer nada para sacar a su hijo del pozo. Se lamentó amargamente de que si sabían que venía una máquina muy pesada desde Cádiz que no podía circular por los angostos caminos de la montaña, se esperara a que llegara el camión, que tardaba tres horas, para empezar el acondicionamiento del camino. El día antes el alcalde de Totalán expuso sus gestiones a iniciativa propia con una empresa internacional que se desplazaba al lugar.

En este mismo periódico escribí el 31 de octubre sobre el comportamiento de la clase política ante catástrofes y la ausencia absoluta de análisis críticos después de constatarse graves errores en los mismos. El caso de Julen debería ser analizado para que en un caso parecido al suyo existan posibilidades de rescatar al niño con vida. Porque la impresión que nos dio a algunos espectadores del rescate es que el tiempo, factor esencial para tener alguna posibilidad de rescatar al niño con vida, parecía secundario, y que con sacarlo de allí, vivo o muerto, se habría cumplido el rol asignado a los responsables políticos y profesionales.

¿Alguien que lea esto sabe decir hoy quién era la persona, política o profesional, responsable último de adoptar todas las medidas precisas, en el tiempo preciso, para tener la esperanza de rescatar al niño en un plazo lo suficientemente corto como para tener alguna posibilidad de que saliera con vida? Dando por hecho que es competencia de la Administración estatal, la última y máxima responsable sería la delegada del Gobierno de Málaga. Es a ella a quien debemos preguntarle para que explique si organizó un comité de crisis o rescate, y si alguien contactó con el ayuntamiento, la Junta, el Ejército o el Colegio de Ingenieros, entre otros, para conocer la situación del terreno, la maquinaria necesaria para trasladarla y rescatar al niño en el menor tiempo posible. Seguro que ninguno de los profesionales que han estado allí tiene responsabilidad en la tardanza, y de haber dispuesto de los medios, estudios y órdenes precisas hubiesen arriesgado sus vidas para sacar al niño. Si Julen no sale vivo del pozo, y eso es poco probable que ocurra, el rescate habrá sido un fracaso.

Se tardó mucho tiempo en actuar. Demasiado para Julen. Alguien debió crear un comité coordinador y la misma tarde del domingo abordar con instituciones,  organismos y empresas la coordinación del rescate, empezando por conocer la composición del terreno y la movilización de toda la maquinaria y expertos necesarios para que el lunes 14 estuvieran ya de camino o trabajando sobre el terreno. Y eso no es lo que ha pasado. Y si Julen está muerto no será responsabilidad de nadie, pero, ¿es posible aprender para corregir en el futuro los errores cometidos hoy?

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