Ni en sus mejores sueños el separatismo imaginó una amnistía como esta
Cuando en 2021 ERC, Junts y la CUP presentaron una proposición que la Mesa del Congreso ni siquiera admitió a trámite tras advertir los letrados del Congreso que la Ley de Amnistía que defendían era inconstitucional de la cruz a la raya, lo que solicitaban entonces los separatistas catalanes era la mitad de la mitad de lo que ahora han conseguido sacarle a Pedro Sánchez. Dos años después, la Ley de Amnistía deja en pañales aquella proposición.
Es lo que hace la necesidad de garantizarse los votos independentistas para alcanzar el poder: que al elenco de actos delictivos susceptibles de ser amnistiados en aquella propuesta que no pasó el filtro del Congreso, Sánchez ha añadido ahora «los delitos de usurpación de funciones públicas o malversación, así como cualquier otro acto tipificado como delito que tuviere idéntica finalidad»; la «divulgación» del proyecto independentista, así como «recabar información y adquirir conocimiento sobre experiencias similares o lograr que otras entidades públicas o privadas prestaran su apoyo a la consecución de la independencia de Cataluña», o la «asistencia, colaboración, asesoramiento de cualquier tipo, representación, protección o seguridad a los responsables» de los líderes separatistas.
Y, por si fuera poco, y a modo de propina, los delitos de «atentado contra la autoridad, sus agentes y los funcionarios públicos o resistencia, así como cualesquiera otros actos tipificados como delitos realizados con idéntica intención», o los actos «contra el orden y la paz pública que hubieran sido ejecutados con el propósito de mostrar apoyo» al separatismo. Pero lo más sangrante es que en la proposición separatista no contemplaba los delitos de terrorismo, mientras que la medida de gracia de Sánchez sí beneficiará a los acusados de este delito, siempre y cuando no exista una sentencia firme, lo que no sucede en ningún caso en el marco del procés.
Dicho en pocas palabras: lo que no se atrevieron a pedir los separatistas en 2021, Pedro Sánchez se lo ha dado ahora sin mover una ceja en aras a la ‘convivencia’. Que en el diccionario del PSOE significa «excusa o pretexto que se emplea para vender el Estado por un puñado de votos».
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