Opinión

Milei da una clase magistral en el Casino

Javier Milei, presidente de Argentina y profesor universitario, recibió este pasado viernes el premio Juan de Mariana, que otorga el instituto del mismo nombre, por su defensa de la libertad en su labor ejecutiva en Argentina. El acto tuvo lugar en el Casino de Madrid, lugar habitual donde se celebra la Cena de la Libertad cada año y, previamente, fue galardonado con la Medalla Internacional de la Comunidad de Madrid.

Pues bien, el Casino estaba lleno de liberal-conservadores, donde más allá de los adjetivos -austriacos, neoclásicos- todos pertenecían al liberalismo clásico o liberalismo europeo, que defiende al individuo y su libertad por encima de todo, que pide acabar con el carácter confiscatorio de los impuestos, reducir el gasto y eliminar obstáculos para poder desarrollar una actividad económica.

Milei, al recoger el premio, pronunció un discurso, que, realmente, se transformó de inmediato en una clase magistral de una hora y cuarto para todos los asistentes a la cena, donde pudieron escuchar cómo el presidente argentino contaba qué se había encontrado al llegar al poder y qué estaba haciendo para revertir la mala situación heredada.

Con soltura y dominio de la materia, Milei fue desgranando el grave problema de los déficit gemelos que tenía Argentina -fiscal y exterior-, la impresión de dinero que generaba inflación y el caos económico general en el que estaba el país al acceder a la Presidencia.

Relató, así, las medidas que estaba llevando a cabo, con una reducción inicial potente del gasto público que, junto con una mayor ejecución de ingresos, permitía generar un superávit financiero que no se alcanzaba desde hacía quince años. Ya son cinco los meses completos publicados de su mandato y en los cinco el resultado ha sido de superávit. Ese logro se ha podido conseguir por ese férreo control del gasto realizado, que posibilita que el superávit primario sea casi tres veces mayor que el financiero.

Criticó, asimismo, el endeudamiento, ya que recordó que es una inmoralidad, al estar llevando al futuro lo gastado hoy, convirtiéndola, de inmediato, en un futura carga creciente de impuestos para poder pagarla.

Junto a ello, la reducción de la emisión de papel, con una ortodoxia monetaria implacable, está permitiendo que la inflación mensual desacelere su crecimiento de manera importante: del 25% de diciembre al 4,2% de mayo.

Más allá de la forma de contarlo, menos tradicional, el contenido era claro, muy técnico: explicó cómo, siguiendo la teoría económica, ha ido tomando las decisiones que han permitido enjugar quince puntos de PIB de desequilibrio, aplicando un tipo de cambio ajustado que permitió que se redujese la demanda de divisas, la oferta de bonos, que, con ello, subiese el precio de los bonos y, por tanto, bajase el tipo de interés y que la prima de riesgo cayese. Explicó que, tras esta primera etapa de saneamiento del banco central, vendrá una segunda etapa en la reforma monetaria, donde reducir el papel del banco central.

Con estas medidas, dijo, el déficit enjugado de quince puntos ya no frena la economía en ese importe, de manera que permite generar más actividad, hay más ahorro y este último se canaliza hacia la inversión.

Todo ello generará más actividad y, gracias a esto, podrá continuar con la reducción de impuestos, bajando diez puntos el impuesto país.

Por último, apostó por su ley de bases y su decreto de necesidad, con los que quiere poner las bases de las reformas necesarias para que en cuarenta años Argentina pueda medirse, de igual a igual, a Alemania.

Milei tiene una ardua tarea por delante, que no es fácil, y menos con la oposición que tiene y con el hecho de no contar con una mayoría, pero va paso a paso y, sin duda, sabe qué quiere conseguir, cuál es su objetivo y qué aplicar para llegar eficientemente a él. Los primeros resultados positivos ya se están viendo. Ojalá consiga llegar hasta el final. Mientras, tras su lección magistral de economía, parafraseando a la Constitución de Cádiz, los liberales de ambos hemisferios reunidos en el Casino de Madrid, que ya no caben en un taxi, puestos en pie, ovacionaron al presidente argentino por su clase de economía, por su intento de que Argentina vuelva a ser el país próspero que fue y por su defensa de la libertad.