Opinión

Marruecos vuelve a poner de rodillas a Sánchez

  • Pedro Fernández Barbadillo
  • Columnista de Internacional. En la editorial Homo Legens ha publicado 'Eternamente Franco' y 'Los césares del imperio americano'. Su último libro es 'Eso no estaba en mi libro de historia del Imperio español' (Almuzara).

Todo político tiene apoyos que le ayudan a alcanzar el poder y a mantenerse en él. Para los válidos en las monarquías autoritarias, ese apoyo era la voluntad del rey. En las democracias de masas, pueden ser donantes o propietarios de medios de comunicación. El año pasado asistimos al derrocamiento de la candidatura de Joe Biden por parte de los financiadores del Partido Demócrata. ¡El presidente de Estados Unidos, forzado a renunciar a la reelección porque se lo exigieron los ricos progresistas!

En España, a fin de cuentas un país mucho más cutre y aislado, estamos descubriendo que los apoyos principales de Pedro Sánchez para ganar la secretaría del PSOE fueron el dinero y un círculo de adictos emanados todos de los bajos fondos prostibularios. Y, también, que para continuar en la presidencia del gobierno, Sánchez se ha convertido en peón de dirigentes extranjeros, que residen en Bruselas, en Nueva York o en Rabat. La última confirmación la hemos tenido en la 13º Reunión de Alto Nivel con Marruecos.

Puesto que Sánchez se negó a dar la habitual rueda de prensa acompañado del primer ministro norteafricano, Aziz Akhannouch, la única información de que disponemos para conocer los asuntos tratados y los resultados es la declaración conjunta. ¿Había algo que ocultar en las aparentemente idílicas relaciones, como el cierre de las aduanas por parte marroquí con Ceuta y Melilla, la competencia desleal contra la agricultura española o el rechazo de Rabat a readmitir a sus menores y a los inmigrantes ilegales que salen de su territorio?

El comunicado contiene alabanzas de España a «la dinámica de apertura, progreso y modernidad que vive Marruecos» gracias al sultán; el compromiso de los dos gobiernos de «combatir los discursos de odio y el racismo y la xenofobia» (¿censura de la libertad de expresión en colaboración con una dictadura donde se encarcela a periodistas?); y anuncios para el Mundial 2030 como oportunidad para los negocios y la cultura.

El meollo se encuentra en el punto 8. Sánchez, como un gobernador de provincias sumiso, ante el enviado de su señor, Mohamed VI, «ha reiterado la posición de España sobre la cuestión del Sahara Occidental, expresada en la Declaración Conjunta del 7 de abril de 2022». En la citada declaración de hace dos años y medio, Sánchez aceptó por su propia voluntad el plan marroquí para zanjar el conflicto del Sáhara Occidental. El español también se ha adherido a la Resolución 2797 del Consejo de Seguridad de la ONU que renueva la MINURSO. Sus aliados de extrema izquierda que se sientan con él en el consejo de ministros, como Yolanda Díaz y Ernest Urtasun, adalides del Frente Polisario, se han limitado a fruncir el ceño para conservar los sueldos públicos.

Para el régimen alauita, la cuestión del Sáhara Occidental es existencial. Toda su política exterior tiene como guía conseguir que la comunidad internacional reconozca la anexión violenta de la antigua provincia española, mediante los métodos que sean, desde la negociación diplomática al chantaje.

Una de las últimas batallas marroquíes se ha librado en el Consejo de Seguridad con motivo de la renovación anual de la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO), establecida en 1991, con el acuerdo entonces de Marruecos y del Frente Polisario. Aunque en el nombre aparece la palabra referéndum, Rabat quiere eliminar la consulta popular, ya que sabe que los saharauis votarían por la independencia. Su propuesta es la absorción con la promesa de una autonomía para el Sáhara, de la que no hay más detalles, ni precedentes, pues el reino alauita es un Estado centralista al estilo francés, donde cualquier peculiar regional, sea en el Rif, en Tánger o en Ifni (lugares todos con antigua presencia española), se ha reprimido con dureza.

Después de un retraso debido a las maniobras de Rabat y sus aliados, sobre todo Francia y Estados Unidos, el Consejo aprobó el 31 de octubre la renovación del mandato de la MINURSO, con su presupuesto y una dotación de casi 650 personas, por un año más. Pero con la abstención de China, Rusia y Pakistán y la retirada de Argelia, miembro temporal. La publicación de la resolución en los seis idiomas oficiales se atrasó varias semanas.

En ella, no se incluye ninguna medida para asegurar que la MINURSO cumpla con su misión fundacional. Tampoco se incorpora un mandato para supervisar las violaciones de derechos humanos que suelen cometer los uniformados marroquíes, ni se condena el expolio de los recursos naturales saharauis (pesca, fosfatos, alimentos). En opinión de los saharauis, se mantiene un statu quo que favorece al ocupante marroquí.

Sin embargo, a pesar de las maniobras de los marroquíes y de sus numerosos lobbies, la resolución no dice lo que éstos aseguran. Por ejemplo, uno de sus portavoces, el periódico prosocialista El País, afirma en un editorial (5-11-2025) que «de facto, la ONU da por imposible la celebración de un referéndum ante la dificultad evidente de elaborar un censo electoral aceptado por las partes… Lo que antes era una opción —la autonomía— se convierte ahora en la solución respaldada por la comunidad internacional». Y esto es mentira.

La verdad es que la Resolución 2797/2025 exhorta a las partes a unas «conversaciones sin condiciones previas», aunque les propone que tomen «como base la propuesta de autonomía de Marruecos». Sin embargo, ésta queda condicionada a «una solución de la controversia que sea justa, duradera y aceptable para todas las partes, con arreglo a la Carta de las Naciones Unidas». Y vuelve a subrayar, como en otros pronunciamientos, que la solución definitiva «contemple la libre determinación del pueblo del Sáhara Occidental», el cual puede optar por la autonomía o por la independencia.

Aunque la resolución supone un avance para Rabat al dar prioridad a su propuesta, no ha alterado los siguientes hechos: el Sáhara Occidental sigue inscrito en la lista de Territorios No Autónomos (como la colonia británica de Gibraltar); la ONU no reconoce a Marruecos como potencia administradora; no se ha excluido el referéndum; y no se ha modificado la “opinión consultiva” del Tribunal Internacional de Justicia de 1975 que negó a Marruecos su pretensión de haber ejercido «soberanía» sobre las tribus pobladoras.

La correcta interpretación del significado de la Resolución 2797/2025 la dio el representante de Dinamarca: el plan de autonomía le parece una buena base para una solución acordada, pero su voto a favor «no constituye un reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental».

Si fuera por Sánchez, así como por otros socialistas notables, como José Luis Rodríguez Zapatero, el Sáhara Occidental formaría parte de Marruecos desde hace años. Y seguramente también las aguas españolas en torno a Canarias. El sultán Mohamed logró meterse en el bolsillo a Sánchez, sin que los españoles obtuviéramos ningún beneficio por esta nueva traición a los saharauis. Tampoco sabemos qué ganó Sánchez, virrey marroquí de España.