Opinión
OPINIÓN

Lo que la amnistía no amnistía

  • Xavier Rius
  • Director de Rius TV en YouTube. Trabajó antes en La Vanguardia y en El Mundo. Director de e-notícies durante 23 años.

Sobre los frikis del procés sabe más mi compañero de sección Sergio Fidalgo que yo mismo. No en vano tiene un libro titulado «Flipando con el procés» con los «comportamientos que rozan el delirio mental». Incluso editó otro —en este caso del exdiputado autonómico socialista Joan Ferran («El brazo friki del procés»)— con todos los personajes que poblaron el movimiento.

Porque, entre otras hazañas, hay que recordar aquella ocasión en que la emprendieron con un autobús municipal, el 155, porque llevaba el mismo número que el artículo de la Constitución aplicado.

O cuando propusieron una especie de corralito: retirar dinero de los principales bancos para dejarlos sin efectivo. Parece que Òmnium Cultural inmortalizó el momento en que cinco activistas —cinco— hacían cola ante un cajero. Un movimiento de masas, sin duda.

Sin olvidar los personajes. Como aquel que, cada noche, les deseaba buenas noches a los presos de la prisión de Lledoners. Le quedó el apodo de «Joan Bona Nit» («Joan Buenas Noches»). Hasta hizo un libro de memorias —que yo, que me va el sado, me he leído— y le dieron algún cargo intermedio en Junts.

O aquel otro, Rai López Calvet, que hasta fue a ver a Puigdemont… ¡a pie! Mil y pico kilómetros. Al regreso llevaba un poco de la tierra sagrada de Waterloo.

Tras semejante hazaña, Helena García Melero —una de las presentadoras estrella del procés— lo tuvo 18 minutos en su programa contando la experiencia. Yo, que había corrido alguna maratón en mis años mozos, me lo encontré en un acto de Junts montando guardia y hasta lo felicité. Hombre de confianza de Laura Borràs, con el tiempo cayó en desgracia. Creo que hasta lo pillaron con una cuenta falsa de Twitter elogiando a la jefa. Otra que, por cierto, también ha caído en desgracia.

Ha sido uno de los problemas del procés. Es cierto que, en todo movimiento de masas, siempre hay zumbados y ovejas negras. Pero como TV3 les daba cancha, proliferaron como la espuma. ¡A ver quién la hacía más gorda!
En otra ocasión hicieron un homenaje a un bolardo que se cargó la Guardia Civil durante un registro en busca de las urnas. Con tan mala suerte que homenajearon al bolardo equivocado.

Todo empezó el día que Raül Romeva y Ramon Tremosa presentaron una pregunta en el Parlamento Europeo sobre el pisotón de Pepe a Messi. No sé si se acuerdan. Fue en un partido de la Copa del Rey.

Ahí debió de ser la primera vez que, en Bruselas, debieron de pensar que a los catalanes, o a una parte de los catalanes, se nos había ido la olla. Al fin y al cabo era un lance deportivo. Pero supongo que ellos ya veían una agresión de España a Cataluña.

Hay que decir que, de la polémica, acabaron retirando la pregunta. Pero, a partir de ahí, ambos hicieron carrera. Los dos llegaron a consejeros. Romeva de Exteriores. Tremosa de Empresa, aunque más efímeramente. Incluso el exeurodiputado de Iniciativa acabó de cabeza de lista de Junts pel Sí, la coalición que pergeñaron CDC y ERC en 2015.

Ya sé que todo esto no entra en la amnistía. Porque, desde luego, no está tipificado penalmente. Y que solo son anécdotas que rozan el ridículo —aquello que, según Tarradellas, no puede hacerse nunca en política— o la estabilidad mental. Pero piensen que, en el fondo, la amnistía también significa el borrón y cuenta nueva de tanta chaladura.