La alargada sombra del recuerdo de 1968 en Chicago
Esta semana la política está centrada a nivel internacional en la ciudad de Chicago ( Illinois), donde Kamala Harris, la todavía vicepresidenta de Joe Biden, va a ser ratificada por aclamación como la candidata frente a Donald Trump en las elecciones presidenciales del próximo martes 5 de noviembre. Formalmente, debía ser la Convención Nacional Demócrata la que hiciera la nominación, pero se ha impuesto la «realidad» a la «formalidad» ante la situación creada por la manifiesta incapacidad del todavía presidente Joe Biden, para intentar una nueva nominación como candidato.
Esta inmediata elección se produce en un escenario internacional que aparece rodeado de una singular preocupación provocada por dos graves conflictos bélicos. Uno es el que se desarrolla entre Rusia y los EEUU con Ucrania y la OTAN como combatientes de facto sobre el terreno situados en el bando estadounidense, mientras el otro tiene a la Franja de Gaza como teatro de operaciones. En este otro conflicto, la organización terrorista Hamás hace el papel en relación a la República Islámica de Iran que cumple Ucrania en el otro, respecto a EEUU.
A su vez, es Israel el protagonista principal de esa contienda, que comenzó el pasado 7 de octubre con un ataque terrorista a gran escala de Hamás, contra miles de civiles que participaban en un festival musical al aire libre. El protagónico papel que el Estado israelí juega en la política estadounidense convierte al cualificado lobby judío en una importante pieza en el tablero en el que se disputa esa partida electoral. Así mismo también es numerosa la población propalestina que puebla el extrarradio de Chicago y otras grandes capitales como Detroit, muy próxima a la sede de la Convención demócrata. Esta realidad tiene su reflejo en las movilizaciones ciudadanas sucedidas en diversas ciudades y en los campus de numerosas Universidades del país.
La ambigua posición de Kamala Harris respecto al conflicto de Gaza frente al claro posicionamiento de Netanyahu con Trump subyace en el desenlace final de esta contienda. En el frente ucraniano no existe duda alguna respecto a la apuesta por Trump en cuanto al candidato mejor posicionado para acabar con esa guerra que avanza camino de su tercer año, sin perspectiva alguna de finalizar mediante algún tipo de acuerdo en una mesa de negociaciones, y no en los frentes militares.
Un dato es imprescindible conocer para diagnosticar con un mínimo rigor- basado en hechos y no en deseos-ese eventual final de las hostilidades. El primero es que esa guerra local comenzó durante la presidencia de Biden en febrero de 2022 y desde entonces no ha hecho más que ir en aumento. Y otro dato e incuestionable, es que el deep stateel (estado profundo) y al que públicamente se enfrentó Trump durante su mandato en la Casa Blanca tiene en el complejo industrial militar un poder fáctico que requiere de escenarios bélicos para hacer negocio. Puede sonar excesivamente burdo, pero es una realidad que la historia acredita como juez inapelable. La elección de Trump y su relación con Putin, permite albergar la esperanza de un efectivo final de ese conflicto en el que subyacen no sólo intereses geopolíticos, sino también acusados intereses económicos.
Ya vimos que una vez que la Justicia no consiguió la deseada – por parte de algunos sectores- inhabilitación de Trump como candidato, se produjo el fallido -por milímetros- atentado contra su vida. La geopolítica mundial está en juego entre Harris y el, que es considerado como el representante mundial de lo que se califica por la progresía internacional como la «ultraderecha» populista y reaccionaria. De manera muy especial, en nuestros lares de la UE y la OTAN se juega la continuidad o el cambio, que en España tiene una consecuencia muy acusada para el sanchismo. El recuerdo de la última convención nacional demócrata en Chicago en agosto de 1968 con un presidente Jonhson- en ejercicio y con Humphrey como el candidato- se proyecta intensamente sobre la actualidad con el tándem Biden- Harris. Y con preocupación porque entonces Humphrey, fue derrotado frente al republicano Nixon. Aquel 1968 fue un año para la Historia con el asesinato del aspirante a candidato demócrata Bob Kennedy, y del líder pacifista Martin Luther King. Y con la guerra de Vietnam de trasfondo. Aquella sombra es alargada hoy en Chicago.
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