Opinión

La juez apalea a Vicky ‘la sandinista’

He visto y leído el rifirrafe veraniego entre la presidenta de la Asociación Profesional de la Magistratura (APM), María Jesus del Barco, a la vez decana de los juzgados de Madrid, y la ex Secretaria de Estado con la podemita Irene Montero, Victoria Rosell, conocida en Canarias como Vicky la sandinista, por su deriva ultraizquierdista.

Hay gente que no es capaz de ver más allá de sus narices. Algunos ataques en X de la admiradora de Daniel Ortega, el genocida nicaragüense, respecto a la procedencia política de una mayoría de jueces y fiscales (estos últimos cada vez en almoneda) han sido respondidos con dureza, claridad y sencillez por Del Barco; ha recordado que ella es sólo una «juez», ni de derechas ni de izquierdas, que se limita a aplicar lo mucho que ha aprendido de derechos y leyes, sin importarle el color político de nadie.

Resulta realmente irónico que una juez en Canarias que optó sin ambages subirse a coche oficial ofrecido por Podemos cuando estuvo en el Gobierno, acuse a sus teóricos compañeros de la carrera judicial de cosas en la que ella ha demostrado ser una auténtica maestra. Rosell fue una de las militantes más hoolingan del matrimonio que domina la formación de extrema izquierda hasta el último momento.

Su enemiga, al menos, sabe Derecho y tiene conciencia clara y demostrada de lo que representa ser juez y el rol que la Constitución y las leyes le otorgan. Chus del Barco no se esconde en estos tiempos aciagos para la función jurisdiccional y mantiene un discurso nítido respecto a todo ello. Por algo ha sido elegida para representar a una inmensa mayoría de jueces y fiscales adscritos a la APM.

Vicky debería ser más prudente a la hora de lanzar bombas fétidas contra los demás porque ya sabemos el papel que asignan a jueces y fiscales en los regímenes (Cuba,Venezuela, Nicaragua, sin ir más lejos) que defiende con tanta pasión como injusticia histórica. No estaría demás, por ejemplo, que utilizara su ferocidad en las redes para opinar del papel del Tribunal Supremo en Venezuela y del rol del Consejo Nacional Electoral cuyo presidente es teóricamente un magistrado. Más que nada, para que el pueblo español se haga una composición de lugar.