Opinión

Iglesias, cada vez más Maduro

Pablo Iglesias cada día se parece más a su financiador Nicolás Maduro. El secretario general de Podemos maneja la formación con puño de hierro. Algo que está provocando que los cismas cada vez sean más constantes y notorios. No es de extrañar, sólo al populista más ponzoñoso —al represor más empecinado— se le ocurría hacer de las purgas la dinámica habitual de convivencia dentro del partido. Iglesias es el sectarismo que no cesa. Por momentos, incluso, da miedo. La última ocurrencia ha sido fotografiar a los asistentes a las asambleas para que no se cuelen los que no están de acuerdo con sus doctrinas y, por ese mismo motivo, han sido represaliados. 

La gestión del madrileño deja mucho que desear. Las persecuciones y su dinámica de ordeno y mando hace tiempo que hicieron explotar un partido que en teoría se había constituido como la quintaesencia de la democracia participativa y que, en realidad, no es más que un grupo totalmente presidencialista donde la libertad acaba donde acaba la voluntad y las filias del líder. Igual que en la Venezuela bolivariana, igual que en la Cuba castrista, igual que Stalin y tantos otros que podrían ponerle nombre y apellido del mismo modo absoluto y represivo que lo pone Pablo Iglesias. 

El partido, que en teoría nació con vocación asamblearia al servicio de los ciudadanos, está atado a los deseos de Pablo Iglesias, ya sea para elegir su relevo al frente del mismo, para imponer el ideario e, incluso, para designar a través de la dedocracia a una hipotética sucesora: Irene Montero. Una actitud que, obviamente, no le está saliendo gratis, ya que aunque para el ego de Iglesias sea impensable, el mundo sigue girando a pesar de él. De ahí que Marea de La Coruña haya decidido no ir en coalición con Podemos. No es la primera vez, ni será la última. Hace sólo una semana, Teresa Rodríguez dio otro paso más para independizarse de la matriz nacional del partido al registrar ‘Marea Andaluza’. Todos estos hechos tienen su reflejo en las encuestas. El partido morado toca el subsuelo barómetro tras barómetro mientras va camino de la intrascendencia y la marginalidad absoluta en la política española. El Maduro Iglesias se lo ha ganado a pulso con sus veleidades.