¿Habría sido tan rácano el Gobierno si el temporal de nieve hubiera colapsado Barcelona o Bilbao?

¿Habría sido tan rácano el Gobierno si el temporal de nieve hubiera colapsado Barcelona o Bilbao?
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La petición del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, de declarar a la ciudad “zona catastrófica” ha recibido el desdén del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, quien, sin esperar a valorar los daños causados por la borrasca Filomena, se apresuró a asegurar que no se daban las condiciones para aceptar la solicitud porque “no hay daños importantes a bienes públicos y privados”. Dado que a fecha de hoy la categórica afirmación de Marlaska es una arriesgada valoración que no se sostiene, la negativa por anticipado del ministro del Interior -luego matizada por su compañeros de Transportes, José Luis Ábalos, y Defensa, Margarita Robles- no es otra cosa que una portentosa exhibición de sectarismo, muy propia de un personaje que se mueve entre la ocultación, la mentira y el revanchismo.

Tácticamente, lo que solicitaba el alcalde con prudencia exquisita era una “declaración de zona gravemente afectada por una emergencia de protección civil”. Razones para la petición las hay, a falta de posteriores valoraciones de daños, pero Marlaska enfrió esa posibilidad de manera abrupta con una contestación agria y desabrida. A nadie se le escapa que la voluntad de colaboración del Gobierno socialcomunista con Madrid es nula, pues todo su afán es combatir políticamente desde el Ejecutivo al Gobierno de la Comunidad y el Ayuntamiento madrileños. De ahí que la apresurada negativa de Marlaska tenga más que ver con la sectaria estrategia de acoso y derribo de La Moncloa contra Ayuso y Almeida que con un análisis objetivo de los daños causados por la borrasca.

En el fondo, el Gobierno socialcomunista entiende que los al menos 500 millones de euros que tendría que aportar a Madrid para paliar los estragos del temporal, en el caso de que se aprobase la declaración de zona gravemente afectada por una emergencia de protección civil, es un dinero que pasaría a ser administrado por gobiernos del PP -alcaldía y Comunidad- y, en consecuencia, serían utilizados por Almeida y Ayuso para poner en valor su gestión durante la descomunal nevada que colapsó la capital de España y otras localidades madrileñas. Ese es el pensamiento que albergan, aunque traten de disimularlo

En suma, el sectarismo crónico del socialcomunismo contra Madrid está detrás de la negativa de Marlaska. Si el temporal de nieve hubiera ocurrido en Barcelona, por ejemplo, el ministro del Interior se habría apresurado a asegurar que el Gobierno de España no iba a regatear medios y recursos para paliar los daños causados. Pero Madrid y los madrileños no son aliados del socialcomunismo, sino objetivos a batir.

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