Opinión

Habló Madrid

El teatro de la política sucia que inunda este país ha bajado el telón tras el acto de las elecciones en Madrid. El resultado es bueno porque el comunismo bolchevique con sus acólitos presuntos socialistas ha perdido, pero no es suficiente.

España necesita un reseteo urgente, un proceso constituyente sobre bases de ética del comportamiento compatibles con una sociedad democrática. El resultado electoral es importante para cambiar una coma aquí o allá pero no determina en el futuro la calidad de vida de la ciudadanía. En España hay colas de hambre en muchas ciudades y mucha hambre sin colas en ciudades medianas y pequeñas donde no llegan los bancos de alimentos, con decenas de miles de personas comiendo de la solidaridad de familiares y vecinos. La clase política, esa élite de nuestra democracia como la de los señores feudales en tiempos de reyes o dictaduras vive de espaldas a esa realidad.

Ahora llega la ayuda de la UE y el discurso del Gobierno, que ha sido triunfalista hasta con 900 muertos diarios, lo es más a pesar de más de 100.000 muertos, 13 millones de personas en el umbral de la pobreza, la mayor tasa de paro juvenil, de menores en pobreza, de ancianos viviendo y muriendo solos con pensiones de mierda en la UE. Mientras, el Gobierno enfrascado en que nadie controle cómo reparte los fondos (con control un puñado de millones siempre se van por los meandros de la corrupción, sin control las fugas serán mucho mayores), empeñado en llamar fascistas a millones de votantes de Vox y en considerar amenazada la democracia si pacta con el PP el Gobierno de Madrid. El único fascismo existente hoy en España es el derroche de pompa, boato, coches oficiales, escoltas, palacios, sirvientes, aviones, miles de colocados por nepotismo, chiringuitos mamandurrias, pensiones obscenas de 7.000 euros/mes a un político, aunque sea independentista, y opacidad propia de una dictadura bananera del gobierno del PSOE/UPodemos.

Un Gobierno presuntamente socialista que convocó elecciones porque no dormiría tranquilo con el comunismo bolchevique de Podemos, hoy socios de Gobierno, cuyos ministros atacan la jefatura del Estado, alaban dictaduras y mantienen pactos con Bildu y ERC contra la nación; un Gobierno que considera en riesgo la democracia señalando como fascista a Vox no es propio de una democracia digna de tal nombre. Es un insulto a la ciudadanía trivializar el nazismo mientras se apoya en el comunismo. Esta propaganda oficial filocomunista no soporta el mínimo análisis. Que Felipe González, Alfonso Guerra, Joaquín Leguina, Nicolás Redondo o Fernando Savater lo cuestionen, entre otros muchos socialistas/progresistas de innegable protagonismo en el pasado, no les harán rectificar. El presidente del Gobierno de España tiene como objetivo principal de su existencia y práctica política mantenerse en el poder. No hay ningún interés de la ciudadanía ni de la nación que pueda entorpecer su afán enfermizo de ostentar el poder.

La situación de España es fácilmente entendible viendo el desprecio de Marruecos o del nuevo presidente de Estados Unidos, mientras el presidente no responde preguntas elementales que arrojen una mínima transparencia a su mandato. ¿Por qué recibió y de qué trató con George Soros?, ¿por qué permitió la entrada ilegal de la vicepresidenta de Venezuela?, ¿traía maletas en el avión? Si las traía, ¿qué contenían?, ¿por qué oculta las cintas de Barajas?, ¿por qué su mujer imparte un curso en la universidad?, ¿por qué su mujer participa en órganos empresariales con financiación público/privada?, ¿cuánto cobra su esposa?, ¿por qué cambió de opinión sobre Iglesias en 24 horas tras las elecciones? Demasiadas preguntas sin respuestas. Demasiada pobreza. Demasiadas mentiras.