Gracias, Errejón

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Decía Lenin que “hay décadas donde nada ocurre; y hay semanas donde ocurren décadas”. Seguramente con algo más de perspectiva sobre lo acontecido en el siglo XX hubiese concluido que también hay décadas que se extinguen en una semana y tardes, como la de ayer, que fulminan media década. Ayer fue la presentación oficial del nuevo bebé de la política presuntamente regenerada, Más País. Como era de prever, Iñigo Errejón, el que antaño besaba los labios de Pablo Iglesias ante las cámaras, convocó a medios y camaradas para, en aras de un gobierno de progreso, ejecutar públicamente al padre. Resolvió su complejo de Edipo por todo lo alto en la sede de la Unión General de Trabajadores (UGT), sindicato orgánico del Partido Socialista. En realidad, sustituyo el piolet por un símbolo mucho más progre: las manos entrelazadas.

Lo sorprendente es que no se escondió, sugirió que al cielo se llega por consenso y admitió públicamente que lo suyo es pactar con el Psoe. Le faltó arrojo para hablar de España y compró el genérico-país que siempre sale más barato. Aseguró que quieren ser una fuerza pragmática, sensata y responsable (exactamente lo contrario al pablismo), pero también que mantendrán la mirada larga para lograr las transformaciones que necesita este país. En cierta parte del discurso se zambulló en un charco, fue cuando anunció que en algunos lugares no se presentarán para no perjudicar al bloque progresista: “Es posible que les digamos a esas compañeras y compañeros que se mueren de ganas por votarnos, lo sentimos aquí todavía no lo podemos garantizar, a lo mejor nos tienes que esperar un poco más y te decimos que en tu territorio tienes que votar por el bloque progresista”. Faltó precisión ante el concepto de la espera: ¿Qué deben hacer las izquierdas en esas circunscripciones?, ¿votar al PSOE?, ¿votar a Podemos?,  ¿Podemos seguirá formando parte, según Errejón, del bloque progresista o, ahora que él no está, serán los clásicos comunistas trasnochados?

Algunos analistas han querido ver en Errejón el gran líder de la izquierda, el lobo con piel de cordero que camina hacia la victoria final. Las encuestas ya empiezan a valorar su empuje y, por el  momento, no llega a los dos dígitos. El PSOE, atenazado por el miedo ante la irrupción de Podemos, se esmeró en atizar el antagonismo Errejón-Iglesias. Daba igual que fuera mentira, pero esa jugada garantizaba que, llegada la circunstancia, el subyugado deflagraría a favor de sus intereses. Por mucho que los suyos le gritaran ayer “presidente” y otros le susurren al oído, Errejón no será presidente. No obstante, la ensoñación errejonista servirá para poner punto y final al sueño del socialismo del siglo XXI made in Spain. Sólo por eso… GRACIAS, ERREJÓN.

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