El gobierno paleto-fascista

El gobierno paleto-fascista

Díganme si el colmo de la mala hostia no es que, tres días después de que un despojo humano con cresta te empuje contra la valla metálica de un colegio electoral al grito de “alerta antifascista”, los “demócratas” que la decretaron va y te forman un Gobierno paleto-fascista con todas las fuerzas-fusión del nacionalismo y el socialismo que devora a España por los cuatro costados y se presentan como “progresistas” como coartada para emboscar a la mayoría en una calle, en una mesa de propaganda de partido o en un puñetero semáforo.

La verdad es que Iglesias, Asens, Ugalde, la “portera” de Garzón, Otegi, y el resto de candidatos al nuevo ejecutivo de Sánchez, han sabido mezclarse con el pueblo, aunque con el más tétrico y negro de nuestra historia que, hábilmente, han introducido como el centro de la política nacional con la trampa eufemística de la justicia social y la visibilización de la “España vaciada” que, por cierto, no es ningún pueblecito de Murcia, ni de Soria, ni de Aragón, ni de Extremadura a los que les chorean los cuartos de los agricultores para financiar al Tsunami de Puigdemont. En las teles, Monedero consuela al pobre funcionario turolense jubilado de 64 años mientras Iglesias y Sánchez le meten la pasta a la forrada España batasuna de HerrikoTaberna en la que el interfecto daba mítines, a la pastosa España del laboratorio racial de la Sabino-Echea, y a la España cavernaria y meapilas de Torra.

Como Mussolini, la izquierda española neo-fascista ha sabido mezclarse con el pueblo. Y la han ayudado bien los medios iletrados y los políticos centristas perozosos han denominado “populismo” por falta de colmillo político.

Si el Duce conducía un automóvil y Chávez servía de chófer a Oliver Stone en un bodrio televisado, Iglesias llega a los debates del duopolio televisivo en el taxi del Peseto Loco. A falta de números, el futurible vicepresidente de Sánchez se ha convertido en el prematuro abuelo cebolleta de ese 20% de los de la perpetua revolución pendiente que la aplazarán hasta el próximo gobierno del PP a cambio de una oportuna subvención; periodistas, profesores universitarios, políticos, cineastas y hasta empresarios, del fascio izquierdista sin brújula, antiamericano, y antiisraelí afín al líder de Podemos que se lamentaba de la caída del muro de Berlín y que denominó al Holocausto judío el 28 de febrero de 2009, en su blog “El gesto de Antígona” y que oportunamente borró en 2014, “mero problema burocrático” (sic) al exterminio nazi de más de 6 millones de personas, incluidos 1,6 millones de niños.

Otro gran ejemplo de la inspiración fascista de este Gobierno y de su modelo social, basado en la conjunción de la islamización y los nacionalismos vascos y catalán, es el negociador de la coalición del ejecutivo Sánchez-Iglesias, candidato de Podemos en el ayuntamiento de Barcelona, y veremos si miembro del próximo Gobierno, Jaume Asens. Abogado etarras y del marroquí, Mohammed Mrabet, gerente de la mezquita de Vilanova y la Geltrú detenido en 2006 y condenado a siete años de prisión en 2009 por Audiencia Nacional por un delito de integración en organización terrorista yihadista.

Este separatista consta en el procedimiento del juzgado nº 13 de Barcelona por figurar en una conversación con los jefes del golpe de Estado del 1-O de 2017 en la que pone a disposición de los golpistas las instituciones y locales municipales de Barcelona para perpetrar la consulta ilegal. A su vez, el portavoz de en Comú Podem, acusa junto a la filial catalana del PSOE a la Policía Nacional de «apalear a personas indefensas por querer votar» mientras presume en los cenáculos, no tan privados, de su íntima amistad con el marido del juez del juzgado que mantiene la causa contra los mismos policías que Sánchez y Marlaska visitan en hospitales catalanes y en la Jefatura de Vía Layetana.

Y, para cerrar, nuestra postulante a ministra de Igualdad y Asuntos Sociales, que consistirán, sobre todo, en el bienestar pecuniario y conyugal de los Iglesias. Estoy ansiosa por ver a las feministas del coñazo del “techo de cristal” ungiendo al mérito de la bragueta y llamar empoderamiento al dedazo de la madame Ceaucescu.

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