Opinión

Está claro: era todo un montaje

La prueba más evidente de que Pablo Casado es el mejor líder posible para el nuevo Partido Popular es la persecución judicial, política y mediática que el presidente de la formación de Génova 13 ha tenido que sufrir a causa de un máster que completó con riguroso arreglo a la ley. La Fiscalía del Tribunal Supremo lo ha dejado claro: ni hubo prevaricación ni hubo amaño. Todo fue perfectamente legal y, por tanto, subyace una pregunta insoslayable: ¿quién resarcirá ahora a Casado por el constante linchamiento y el menoscabo de su imagen? El Ministerio Fiscal no ha podido ser más claro: la exposición razonada de la jueza de instrucción de Plaza Castilla, Carmen Rodríguez-Medel, no es lo bastante sólida.

De hecho, desde el Supremo van más allá y señalan que no hay «nivel suficiente que permita aconsejar la apertura de un procedimiento que sería meramente prospectivo», algo prohibido por ley. También rechaza que hubiera dato alguno que avalara, aunque fuera de manera indiciaria, la afirmación en la que la jueza Rodríguez-Medel establece un acuerdo previo entre Enrique Álvarez Conde y Pablo Casado y lo califica de «mera sospecha». ¿Presunta prevaricación por parte de la magistrada? Lo cierto es que la Fiscalía del Tribunal Supremo desmonta de arriba a abajo la «exposición razonada». Por lo tanto, está claro: era todo un montaje.

Dicha exposición parecía más orientada a destruir la imagen política y la honorabilidad personal de Pablo Casado que a hacer cumplir la ley de manera aséptica y objetiva, como, por otro lado, debería ser siempre con cualquier ciudadano. Por su parte, la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) también ha confirmado que no hay ninguna irregularidad en la licenciatura en Administración y Dirección de Empresas (ADE) del presidente del PP. A pesar de la persecución y del indudable estrés de los últimos meses, todo lo acaecido a lo largo de este viernes refuerza la posición de Casado como el líder principal del centroderecha español. Una posición lograda de manera brillante en las Primarias populares del pasado mes de julio y que, dada la debilidad del Gobierno de Pedro Sánchez, refuerza, más si cabe, su sólida candidatura a ser el próximo inquilino del Palacio de la Moncloa.