La dura realidad económica se va imponiendo
Por mucho que el Gobierno se empeñe en mantener que la economía española evoluciona muy favorablemente, la realidad es bien distinta. Todavía no se percibe claramente porque se parte de una situación en la que se había deteriorado mucho, de manera que la recuperación desde aquellos niveles no ha dejado ver el problema real, pero ahora sí que, desgraciadamente, se ve que la economía española ha quedado muy dañada en sus fundamentales y que está sostenida por el gasto público, los fondos europeos -es decir, más gasto público-, por el ahorro acumulado en los meses duros de las restricciones y por los ERTE.
La EPA dio el primer aviso, con una destrucción de más de 100.000 puestos de trabajo en el primer trimestre, que era fruto lógico de la intensa ralentización del crecimiento trimestral del PIB que ofreció el INE, que se quedó en el 0,3% trimestral. Por su parte, las industrias están parando su producción por el incremento de costes energéticos, así como del empeoramiento de expectativas, que les hace pensar que el consumo disminuirá por prudencia de los consumidores. De esa manera, el Índice de Producción Industrial cayó un 0,4% en abril. Y esas malas expectativas tienen su reflejo también en la creación de empresas, que en abril descendió un 8,2% interanual.
Es lo que vienen reflejando todas las instituciones que realizan predicción económica. Una de las últimas ha sido la OCDE, que revisa a la baja las previsiones de crecimiento para España, para dejarlo en el 4,1% para 2022 frente al 5,5 % que había estimado en diciembre. Mientras, la inflación media se irá al 8,1% -frente al 3% previsto anteriormente.
Para 2023, también rebaja el crecimiento y lo deja en el 2,2%, con una inflación del 4,8%. Este dato de 2023 es muy preocupante, porque eleva la previsión de inflación alta sobre las del resto de instituciones. Eso quiere decir que la OCDE estima que la inflación se puede volver estructural, y alerta de la espiral precios-salarios.
Rebaja, asimismo, el crecimiento para toda la eurozona, más que para España, pero porque venimos de niveles más bajos, de manera que seguimos siendo los más rezagados en volver a niveles de PIB anteriores a la pandemia. Además, el menor crecimiento de Alemania y Francia nos puede perjudicar mucho por disminución de exportaciones a dichos países.
La OCDE cree que la alta inflación y la incertidumbre van a reducir el gasto de las familias en España y que los cuellos de botella en el aprovisionamiento de semiconductores también limitarán la inversión privada y las exportaciones.
Eso desemboca en que considera que la tasa de paro volverá a subir, al prever que pase del 13,6% en 2022 al 13,9% en 2023. En cuanto a las finanzas públicas, cree que tiene que aplicarse una estrategia de ajuste fiscal a medio plazo para empezar a disminuir de forma gradual el déficit y la deuda pública, con una previsión de que el déficit bajará del 6,9% del PIB en 2021 al 5% en 2022 y al 4,2% en 2023, con una disminución de la deuda menor de lo que prevé el Gobierno y a niveles muy elevados: 118,6% en 2021, 115,6% en 2022 y 113,1% en 2023.
Igualmente, el Banco de España revisa a la baja sus previsiones económicas para España, de manera contundente. Así, deja el crecimiento del PIB español para 2022 en el 4,1%, en línea con la OCDE, con un recorte de cuatro décimas respecto a su previsión de abril y de 1,3 puntos respecto a la previsión de diciembre, hace sólo seis meses, hecho que muestra el deterioro intenso que sufre la economía.
España tiene un horizonte económico muy complicado. Sin reformas estructurales que agilicen su estructura económica; con un Gobierno sin política económica, más allá de gastar lo que no tiene y querer subir los impuestos; con una inflación desbocada, sin que el Ejecutivo cambie su fracasada política energética al tiempo que empeora el componente energético por su cambio de postura sobre el Sahara, que ha llevado a Argelia a suspender el Tratado de buena amistad y a prohibir las transacciones con empresas españolas, de manera que el gas que nos vende Argelia podría llegar a desaparecer, lo que tensaría los precios de la energía hacia arriba. Con las familias que no pueden poner la calefacción o el aire acondicionado o encender la luz, ni llenar el depósito del coche, y que cada vez, en el supermercado, compran menos por más dinero; y con las industrias perdiendo competitividad. Adicionalmente, a partir de julio, llega la primera subida de los tipos de interés anunciada por el BCE, de 25 puntos básicos, a la que seguirán más, parece que otra en septiembre, donde no se descarta que esa de otoño llegase a ser de 50 puntos básicos. El jueves, tras el anuncio del BCE, subía la rentabilidad del bono alemán en 10 puntos básicos y se disparaba la prima de riesgo española. Todo nos lleva a una situación muy complicada, con un Gobierno al que le supera esta situación, sin capacidad para sacar a España adelante.
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