Las dos caras de la misma moneda: salario mínimo y paro máximo
El Gobierno ha acordado esta semana la subida del salario mínimo a 950 euros mensuales en una reunión con los sindicatos y la patronal. Esto constituye un gran error, pues supondrá en el medio plazo el despido de muchas personas o, en el mejor de los casos, el fin de la creación de empleo. En cualquier caso, será un retroceso en las oportunidades de los trabajadores, pues verán limitado su abanico de elección en el mercado laboral por un artificio diseñado en los despachos entre personas que o no han trabajado nunca o hace mucho que no trabajan, con la cesión de los representantes empresariales, que deben de creer que con esta política de apaciguamiento van a conseguir frenar el programa radical del actual Gobierno.
Pueden subir el salario mínimo, pero muchas empresas no lo pagarán, o, mejor dicho, se lo pagarán a menos trabajadores, porque contratarán a menos o, incluso, se quedarán con menos, es decir, despedirán. Supondrá un duro golpe, uno más, tras la subida de 2019, para el tejido empresarial, especialmente para el 99% del mismo, conformado por pymes y autónomos.
Es muy sencillo y es algo que entiende cualquier alumno de primero de económicas, incluso de secundaria y bachillerato que estudien economía: si yo subo artificialmente un precio por encima del de mercado –y el salario es el precio del trabajo- los demandantes de ese bien –en este caso, el trabajo- disminuirán la cantidad demandada de ese bien. ¿Quiénes son los demandantes de trabajo? Las empresas, al tiempo que los oferentes de trabajo son los trabajadores, que son quienes ofrecen su trabajo a cambio de cobrar un salario –de cobrar un precio por el bien-. Por tanto, si subo el salario, muchos trabajadores querrán trabajar, pero las empresas estarán dispuestas a contratar a menos trabajadores, porque a ese precio no podrán cubrir los costes laborales –lo que les cuesta el trabajador- más el beneficio que tienen que obtener con su actividad para asegurar la continuidad de la actividad económica y el empleo.
¿Qué sucederá entonces? Que muchos trabajadores se verán despedidos o se verán condenados a la economía sumergida. ¿Cuánto habrá logrado el Gobierno que suba el salario de estos trabajadores? Nada; más bien habrá provocado que pasen de ganar el salario que tenían antes a no ganar nada, o a ganar un salario en la economía sumergida –que hay que perseguir y erradicar, pero que el Gobierno incentiva de manera absurda con estas medidas- y tener, por tanto, menores derechos sociales, como el devengo de los derechos para cobrar una pensión en el futuro. Al mismo tiempo, el Estado ingresará menos por cotizaciones sociales y por impuesto de la renta, así como por los indirectos, al bajar el consumo. Si tan positivo es subir artificialmente el salario mínimo, entonces, ¿por qué no lo establecen en 5.000 euros mensuales o, mejor, en 10.000 euros cada mes? La subida es antieconómica y un ataque directo a los trabajadores, especialmente a los más débiles.
Por tanto, con esta medida demagógica el Gobierno sólo conseguirá destruir tejido productivo, generar, con ello, desempleo –especialmente, el de los trabajadores menos cualificados- y disminuir la prosperidad. No sirve de consuelo decir que no han llegado a 1.000 ó 1.200 euros, porque la senda es ésa, perjudicial para la economía. Es, ahora más que nunca con este Gobierno, la receta de Maduro -que ya subió en el país venezolano el salario mínimo en varias ocasiones alrededor de un 300% cada vez- y ya ven cómo está Venezuela. El salario mínimo nos lleva al paro máximo.
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