Opinión

El dinero público no es asunto privado

Muchos son ya los casos publicados por los que OKDIARIO ha demostrado que su compromiso contra la corrupción es inquebrantable. Desde la financiación irregular de Podemos a los tejemanejes de la ex directora de la DGT, María Seguí, pasando por el socialista gallego José Ramón Gómez Besteiro o las infinitas tramas del clan Pujol. No importa el signo político o la procedencia social. Si hay un fraude o una mala praxis con el dinero de todos los españoles, este medio lo cuenta. Nuestro compromiso sólo tiene dos fines: el lector y la verdad. Informar es, más si cabe en estos tiempos, mucho más que un negocio. Es, ante todo, una obligación ética y moral. De ahí que, con ese compromiso como referencia, no hayamos dudado, ni por un instante, a la hora de informar sobre la utilización de los fondos reservados por parte del CESID para tratar de silenciar el romance entre Bárbara Rey y Juan Carlos I.

Un caso de gran alcance, ya que el Centro Superior de Información de la Defensa manejó recursos públicos con cargo a los Presupuestos Generales del Estado para tapar una cuestión privada. Por tanto, nos mueve el puro interés general del hecho y no la indagación morbosa sobre la privacidad de las personas. Sobra decir que cada uno puede hacer lo que crea conveniente en su intimidad siempre que sea con arreglo a la ley. Incluso, a pesar de tratarse de un jefe de Estado, quien tiene ciertas obligaciones inherentes a su cargo que lo diferencian de un ciudadano normal. Especialmente en un contexto en el fue paradigma para una sociedad necesitada de referentes y sumida en el difícil tránsito del régimen dictatorial a la democracia. No obstante, y obviando incluso la excepcionalidad del cargo, lo realmente importante en la información exclusiva que les ofrece OKDIARIO es que los servicios secretos españoles utilizaron cuentas opacas y dinero de todos los españoles con el objetivo de tapar un caso que poco o nada tenía que ver con el teórico fin de esos fondos: luchar contra el terrorismo y el crimen organizado.