Opinión

Despotismo sin límites

Dostoiesvki, en Los endemoniados: «Partiendo de la libertad ilimitada, se llega fácilmente al despotismo sin límites». He aquí un resumen exacto de lo que es Sánchez y el sanchismo. La última cabronada que ha hecho este tirano, para seguir en Moncloa, ha sido regalarle a ERC un referéndum que, con un 50% de participación y un 55% de votos favorables, pueda declarar la independencia de Cataluña, dinamitando el artículo 2 de la Constitución, fundamentado en la indisoluble unidad de la Nación, patria común e indivisible de los españoles, algo que, a este déspota zumbado, se la suda. Ceder el poder a sus socios golpistas, le va a costar al felón, perder el poder, pues las tribus separatistas, nunca son de fiar y, tras sacarle la intemerata, le van a dar mucho por saco. Un traidor no puede tener peor destino que estar rodeado de traidores. Ex ministros del PSOE han firmado un manifiesto contra la deriva rupturista y suicida del sanchismo, es decir, contra los disparates que Sánchez se saca de la manga a diario. Al no tener más apoyo para gobernar que sus 120 escaños (hoy, las encuestas le dan 90), pactó con las perturbadas comadres de Podemos y otros partidos separatistas, ávidos de dineros, que lo sostienen en el poder. España merece tiempos mejores y no tener que depender de una tropa de sablistas, liderada por el de Tetuán, pariente lejano de Alí Babá, que se inclina ante sus socios, para que aprueben sus presupuestos fake y pueda seguir flipando en la Moncloa y volando en el puto Falcon. A cambio de caprichos que cuestan una pasta gansa, concede a sus socios lo que pidan: subsidios millonarios, decretos a la carta, impunidad a los golpistas, homenajes a La Pasionaria y a esos hijos de ETA. Con tal de no salir del búnker palaciego, firma lo que sea, desde patentes de Corso, para hundir al Rey y asaltar el orden constitucional, hasta pasaportes y promesas de vida feliz, a los emigrantes que le voten en las elecciones. Cree que, repartiendo pizzas a domicilio, entre delincuentes, sacará los apoyos que le hacen falta para seguir gobernando nuestra gran nación, con falacias, promesas de chichinabo y traiciones. Cuando Sánchez pone esa voz queda, de monja de clausura, para mentir ¿quién no le estrangularía? El maniquí evita las urnas, pues sabe que lo triturarán y opta, como ruin tirano que es, por dar un golpe de Estado para quedarse en el poder para siempre. Pero, va a acabar en Cuba, comiéndose una papaya, fruta muy digestiva que calma las ansias de los egos disparatados.