La deslealtad de Iñaki Urdangarin
Cuando alguien piensa en la entrega sin condiciones de la Infanta Cristina a su marido durante el largo proceso del caso Nóos, su defensa a ultranza de Iñaki Urdangarin frente a todo los indicios que había contra su conducta impropia y alejada de la ejemplaridad, el enfrentamiento de ella con su propia familia por seguir prestando su apoyo inquebrantable al padre de sus hijos, es inevitable calificar la conducta de su hasta ahora marido de profundamente desleal. Él ha pagado a su compañera de vida con la traición a todo lo que ella ha realizado para mantener unida a su familia, para que sus hijos mantuvieran su cariño hacia su padre por encima de las evidencias de los delitos económicos, fiscales, de tráfico de influencias y demás ilegalidades cometidas por el que fue un líder deportivo y medallista olímpico a lo largo de su carrera como balonmanista.
Defender a Iñaki Urdangarin de forma absoluta llevó a doña Cristina a dejar de pertenecer a la Familia Real, a que su hermano, el actual monarca Felipe VI, tuviera que tomar la drástica decisión de despojarla del título de duquesa de Palma que le concedió su padre poco antes de casarse con Iñaki Urdangarin, a soportar los gestos de alejamiento decretados por el Rey Juan Carlos hacia su marido primero, y hacia ella después, al comprobar que seguía defendiendo algo tan indefendible como era la inocencia de los cargos que se le imputaban. Por él, o por culpa de él, doña Cristina se tuvo que sentar en el banquillo de los acusados al ser imputada y acusada por el Juez encargado de los trámites judiciales de ser cómplice de algunas de las irregularidades cometidas por Urdangarin. Fue la primera persona perteneciente a la institución de la monarquía en España que tuvo que comparecer en un juicio, un escándalo que trascendió a nivel internacional y que se vió reflejado en los medios de comunicación de todo el mundo.
Durante el tiempo en el que su marido ha cumplido con la condena impuesta por el tribunal, la Infanta ha ido dos veces al mes a la prisión en donde el estaba encarcelado para seguir dando ánimos a Iñaki Urdangarin en un trance como es el de la pérdida de libertad, sin importarle desplazarse desde Ginebra para estar con él y demostrarle todo su cariño. Además, doña Cristina ha tenido que hacerse cargo de trabajar para mantener a su familia, dado que su marido no podía hacerlo ya que estaba en prisión cumpliendo con la condena prevista por el Tribunal que le juzgó. Y a pesar de contar a sus amigos y personas allegadas que sentía que su familia les había dejado solos y no les habían prestado ayuda ante las calamidades que les estaban ocurriendo, ella siguió, firme como una roca, junto a su marido y haciendo piña con él y sus cuatro hijos.
Al conocerse todo lo que está ocurriendo, tras la publicación de unas fotos que evidencian la relación sentimental que él mantiene con otra mujer, lo mejor que se le ha ocurrido a Urdangarin ha sido decir que estas cosas pasan. Está claro que es así, por supuesto, pero también es verdad que él podía haber decidido que esas cosas se podían haber evitado y no haberlas dejado pasar.
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