Opinión

Cuando Escohotado alfabetizó a Iglesias

La reacción de García-Margallo frente a la estúpida pregunta que le hizo Iglesias en la SER: «¿Tú dirías que yo no soy demócrata?», fue lógica y contundente. El eurodiputado del grupo popular le repuso: «Tras leer que propones controlar en España los medios privados de información y que quien tiene que mandar sobre los medios es el Gobierno, lo tuve claro: ¡tú no eres un demócrata!, pues no crees en la libertad de prensa». El totalitario se quedó sin saber qué decir… Desde que el ex vicepresidente se cortó la coleta y Ayuso lo vapuleó en las urnas, el nuevo rico burgués no ha levantado cabeza y está de capa caída.

Sin embargo, nadie como un sabio irrepetible, Antonio Escohotado, le hizo hacer el mayor de los ridículos en una entrevista memorable, donde el zafio y vanidoso podemita quiso medirse con la educación y los conocimientos de un gigante. Evidentemente, salió trasquilado, con el rabo entre las piernas. El programa Otra Vuelta de Tuerka, lo ofrece Libre Mercado en Libertad Digital bajo el título: «Antonio Escohotado alfabetiza a Pablo Iglesias». No deben perderse una hora deliciosa en la que Escota se mofa de la incultura de su oponente, demostrándole que la verdad es la realidad de las cosas. Hay que ver la cara de estupefacción de Iglesias cuando el profesor le preguntó: «¿Ves alguna diferencia seria entre bolcheviques y nazis?». No se lo pierdan y verán cómo un farsante se somete a la doma de un genio.

Quien tuviera la suerte de conocer a Escota, sabe que era un ser libre y encantador, un mastodonte literario y cultural. Fernando Sánchez Dragó, intelectual insigne y amigo fraternal del prócer, afirma que: «Su docencia era disidencia, como siempre lo es la alta filosofía. Su inmensa obra debería ser de lectura preceptiva en todos los centros de enseñanza». Conocí a Escota con 11 años, cuando jugábamos en el equipo de fútbol de Los Rosales, semillero de liberales con pedigree, cuyos padres habían ganado la guerra. Escohotado supo definirse a sí mismo, ya en la infancia: «De la piel para adentro empieza mi exclusiva jurisdicción. Elijo yo aquello que puede o no cruzar esa frontera. Soy un estado soberano, y las lindes de mi piel me resultan mucho más sagradas que los confines políticos de cualquier país». Le vamos a echar de menos, porque en una nación en demolición, como España, en manos de analfabetos de la talla de Sánchez y sus legiones de catetos, que sólo buscan vaciarnos las arcas, haría falta contar con un sabio de la magnitud de Escohotado.

Valgan unas últimas perlas que nos dejó sobre Iglesias: «Quiero que reconozca que la palabra ‘casta’ es mía». También le sugirió que se aplicase parches de buprenorfina, fármaco del grupo de los opiáceos útil para el tratamiento de otros males, como la demagogia. Tras la entrevista en Otra Vuelta de Tuerka, le pedí a Escota que definiera a su oponente y me contestó, con su eterna sonrisa: «Es un pobre hombre, un fanático marxista obsoleto. Es muy fácil ser comunista en un país libre, lo difícil es ser libre en un país comunista». He aquí la diferencia entre un sabio con ideas claras y un resabiado sesgado e insustancial.