La cosa no tira…
¿Ahorrar o consumir? No sé si era Descartes o Shakespeare o igual Cervantes, quien se planteó tal interrogante, vamos como el ser o no ser y en la misma línea que el clásico “pienso, luego existo”. Ironías aparte, hablando en serio si hay una cosa buena de por sí, ésa es ahorrar. No voy a dedicar estas líneas a los pros y virtudes inacabables de tan sano proceder porque son más que conocidos por todos. Sin embargo, si se está apreciando un detalle curioso y que nos pone en guardia, de hecho, ya lo estamos haciendo, ante lo que pueda venir. Y es que la tasa de ahorro de los hogares europeos de la zona euro está aumentando.
En concreto, el ahorro ha crecido al 13,3% en el segundo trimestre de 2019, cuando en el primer trimestre del año fue del 13% y cae la tasa de inversión de las familias al 9% versus el 9,2% del trimestre precedente. Esos datos, por ende, sugieren que las familias están adoptando posiciones defensivas y confirman la pérdida de confianza en el momento económico. Como ya sabemos, los cielos están cargados de negros nubarrones que amenazan con chocar y que se produzca una tormenta de la que no se puede precisar su fuerza ni la cantidad de lluvia que caerá, ni cual será su grado de intensidad y si durará más o menos tiempo.
En España, el ahorro ha crecido en el segundo trimestre de 2019 en 41.984 millones de euros, más que en trimestres anteriores cuando estaba cariacontecido. Eso se traduce en que, si el ahorro crece, el consumo familiar y privado, pilar de nuestra economía, afloja y la demanda nacional cae.
Realmente, se confirman los malos datos de nuestras fábricas, mientras el sector inmobiliario se resiente. La desaceleración es real. Baja el ritmo de creación de empleo. Los datos de afiliación a la Seguridad Social correspondientes al mes de septiembre, así lo atestiguan y el número de desempleados, con el desafío pendiente de conseguir romper el suelo de ellos 3 millones, cada vez es menos probable. Además, nuestras cuentas públicas en la medida en que el paro se vaya agudizando, sufrirán más merma como consecuencia del incremento de los subsidios.
Eurostat dice que en agosto, España tenía una tasa de paro del 13,8% – teóricamente un mes bueno para el empleo -, seguimos como segundo país europeo con más paro después de Grecia, y el paro juvenil sobrepasa el 32%. Entrar en un período, no se si crítico o recesivo pero en cualquier caso contractivo, con un desempleo tan alto es ciertamente negativo porque cuando llegue el temporal será muy peliagudo crear empleo, a lo que habría que añadir la sombra de los procesos de robotización y automatización que se están implementando y que, por más que se niegue, van a suponer recortes en la ocupación laboral.
Nuestro momento económico, a pocas semanas de las elecciones del 10-N, no está despejado. El producto interior bruto propende a crecer este año al 2% e incluso se vaticina que no se alcanzará tal objetivo y nos quedaremos por debajo. Malo sería porque en tal caso la creación de empleo se resentiría aún más y, obviamente, el paro se empañaría. Los ajustes industriales se cobran víctimas en los trabajadores, la gran empresa recorta personal, y la robotización pone en peligro puestos de trabajo ocupados por las clases medias que cada vez más parecen condenadas a sufrir. Debilidad consumista, inversión frenada, sector exterior mejorando, el IPC bajando por el precio de la luz y no subiendo porque la demanda no tira; bajan los permisos para construir nuevas casas. La economía española no está en su mejor momento…
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