Opinión

Carta a Pedro Sánchez

Quién te iba a decir hace algo más de un año que las cosas se precipitarían de esta manera y que, aparentemente superados los obstáculos, estarías donde siempre quisiste estar: presidiendo España. Seguramente no te lo imaginaste de este modo, pues lo suyo era haber ganado unas elecciones. O al menos, haberlas ganado aparentemente. Pero por lo que estoy observando, eso debe dar igual, puesto que ya has comenzado a actuar como si hubiera sucedido así, con mayoría absoluta, para más señas. Y digo esto porque del nombramiento de tus ministros y ministras se desprende que no vas a tener en cuenta las circunstancias: esto es, que la mayoría de los votos que has tenido para poder salir adelante tu propuesta de moción de censura al gobierno de Rajoy ha sido más bien un rechazo hacia aquéllos —y de alguna manera también hacia vosotros—, y no un apoyo explícito hacia ti. Habría sido sano para la situación en la que nos encontramos que aquello que decías para tratar de tener los apoyos fuera cierto.

Me refiero al hecho de querer realmente establecer un diálogo con los soberanistas catalanes y vascos, por ejemplo. Porque lo que ellos reclaman, en definitiva, es una regeneración profunda de un sistema que ya no aguanta más. Exigen que la justicia sea independiente —veremos aquí a quién eliges como fiscal general—; exigen que las leyes se adapten a los principios y valores que se supone recoge la Constitución, pero sobre todo, los Derechos Humanos. Y en este sentido, deberías plantearte la necesaria urgencia en la eliminación de la última reforma de la Ley Orgánica que regula al Tribunal Constitucional. Es fundamental que garantices la independencia judicial y la separación de poderes. Y no lo digo yo solamente, lo han dicho desde la Comisión de Venecia, desde el propio Consejo General del Poder Judicial, desde la Fiscalía General o incluso desde el propio TC. Aquella modificación del 2015 puso en jaque el pilar fundamental en democracia que ha de ser la separación de poderes.

Celebro que quieras eliminar también las cuestiones más flagrantes de la Ley de Seguridad Ciudadana —ley mordaza—. Al igual que celebro la puesta en marcha para abordar la pobreza infantil —tenemos a más de tres millones de niños bajo el umbral de la pobreza—. Las reformas que anuncias son necesarias y positivas, no cabe duda. En materia social son una urgencia inexcusable. Sin embargo, me parece que la elección de determinados perfiles pone en duda, en gran duda, la intención real de tu acometido. Porque, con todo mi respeto a los perfiles elegidos para formar tu Gobierno, estás actuando como si hubieras ganado unas elecciones: contando y premiando a tus fieles escuderos del PSOE, sin atender realmente a los mejores perfiles para adecuar la demanda de la situación actual de nuestro país.

Habría sido muy positivo que hubieras abierto la puerta a perfiles jóvenes de todas las formaciones que te han ayudado a sacar al Partido Popular del Gobierno. Y sobre todo, no haber contado con quienes de triste manera han echado más leña al fuego de la agresividad hacia los soberanistas catalanes. Te van a hablar de república y no estoy segura de que estés por la labor —ni a la altura— de lo que eso significa. Y en mi opinión será la única vía por la que podrás salvar los trastos ante la que se avecina: desde tus propias filas y desde todas las demás vas a recibir los ataques más furibundos. Con y sin razón. Pensar en que quizá sería el momento de escuchar de manera sincera a quienes están haciendo una auténtica revolución social sería positivo: para ti, claro está; pero sobre todo para todo el pueblo que necesita que le hagan comprender lo que nos hace falta de manera urgente. Se llama democracia, de la de verdad.