Cada uno a lo suyo
– ¡No nos vamos a despistar! ¡Nada nos va a distraer de la obligación de defender los intereses de España y de los españoles!
Desde Valencia a Granada, pasando por Puertollano, todo el otoño repitiendo en el PP que el foco es enfrentar el actual desgobierno y orientarse a su sustitución. Pero como Felipe, el amiguito de Mafalda, todos los días dicen lo de ´mañana mismo empiezo´. Porque hoy se tienen que dedicar a majarse a palos a cuenta de Ayuso.
Y mientras tanto, porque aquí cada uno va a lo suyo y esta última semana de manera especial, la izquierda sigue aplicada en desmontar el andamiaje constitucional. Pasaron de la negación al disimulo, al reconocimiento implícito, y hoy en día, ya sin careta, han puesto la Constitución del 78 y las leyes de la transición al alcance de la piqueta. Coaligados, además, con el nacionalismo, que por haber reconocido que su aspiración de independencia está por encima de cualquier otra, y cumpliendo con el dicho de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, hace piña con cualquiera que pretenda destruir el Estado español.
Fue un PSOE ¿desavisado? quien nos endilgo a un Rodríguez Zapatero que puso alas a los procesos dinamitadores del sistema con la aprobación de la Ley de Memoria histórica y del inconstitucional Estatuto de Cataluña. Paradójicamente, la crisis económica tuvo el efecto positivo de quitárnoslo de en medio, pero la semilla, que ya estaba germinada, no fue arrancada. Y fue de nuevo el PSOE quien entronó a un líder que se ha echado en brazos del movimiento antisistema que, después del 15M, se había rearmado socialmente y, gracias a la dictadura chavista, económicamente, y de un nacionalismo que ahora ya es independentismo golpista. Estoy con los que creen que Pedro Sánchez no milita ideológicamente, quizás por exigüidad intelectual, en el comunismo ecologista y feminista, y menos en la concepción plurinacional de España, pero su enfermiza ambición de poder y su debilidad moral permiten que la ideología de sus socios ahorme su no muy consolidado ideario político.
El problema, para ellos, es que la coincidencia de intereses no sea perenne y que se manifiesten las diferentes almas del frankenstein. Y que una lucha del caudillismo sanchista -olvidémonos de una vez del PSOE socialdemócrata- contra el neo-comunismo por un lado y los independentismos por otro, descuajeringue al monstruo.
Sánchez está en su propia carrera, en su hégira; convencido en su egolatría de que con él empieza todo y que va a haber un A.S. -ante sanchi- y un P.S. -post sanchi-. Y, asumiendo su condición mesiánica, asume también que se destruya el pasado, porque un dios existe en sí mismo y desde sí mismo. Si bien, y así como no hay sentido en un rey sin reino, y aunque todo lo acontecido anteriormente solo se justifique como preparación de su llegada, un dios necesita que siga existiendo un pueblo al que guiar.
Y respecto a las otras almas, aunque no siempre se conformen con hacer de turistas all in del paraíso sanchista y quieran descansar, como decía san Agustín, en el paraíso prometido por su propio dios, Sánchez mantendrá embridadas sus propuestas maximalistas, advirtiéndoles de que si le siegan demasiado la hierba bajo sus pies puede que, junto a él, caiga el entramado del que todos ellos se benefician.
Por lo que estamos viendo la jugada le está saliendo perfecta: el populismo revolucionario institucionalizado sobre las mullidas alfombras del poder y de los fondos europeos; personajes angelicales con blazers de marca sustituyendo a los zarrapastrosos asamblearios; y hasta los independentistas conformándose con la imposición de su relato y, sobre todo, con la pela o el cupo.
En estos últimos días, y a raíz de la actividad legislativa de la semana pasada, algunos análisis ya anticipan la desaparición de nuestro viejo país y la llegada de un nuevo régimen. Pero esa catástrofe no es todavía posible, y además ningún parásito quiere que muera el animal del que vive hasta que le chupe la última gota de sangre. No, no es tan fácil destruir una gran nación, pero Sánchez seguirá haciendo que suframos en nuestra economía y nuestra convivencia la capacidad destructiva del sociocomunismo y sus aliados.
Después del 4M madrileño nos pareció ver un PP orientado a interrumpir ese proceso, pero se han debido poner de nuevo a sus cosicas. ¿Verdad Pablo que en la política se está muy calentito, aunque sea en la oposición?
¡Pues sí que están despistados! ¡Por supuesto que se han distraído!
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