Opinión

Belarra, sanidad privada a la carta con dinero público

Lo de la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, es una transformación en toda regla. La secretaria general de Podemos, hasta hace nada acérrima defensora de la sanidad pública y enemiga declarada de la sanidad privada, ha comprado por 9.160 euros 1.600 vacunas de la gripe para su personal. Para no tener que acudir a la sanidad pública, Belarra ha adjudicado un contrato saltándose a la pídola el contrato general suscrito dentro del «acuerdo marco para la selección de suministradores de vacunas frente a la gripe estacional para determinados órganos de contratación de la Administración General del Estado, el Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (INGESA) y las ciudades de Ceuta y Melilla y varias comunidades autónomas». Es decir, a la ministra no le convencía eso de tener que ir a los ambulatorios públicos a vacunarse y ha optado por un sistema especial de dosis en el propio Ministerio donde trabaja.

Es una oda a la hipocresía, porque eso de ir a comprar vacunas de la gripe al margen del acuerdo marco en el Portal de Contratación sólo se hace en contadísimas excepciones. Lo de Belarra está inspirado en lo que hizo en su día Pablo Iglesias, que cuando era ministro del departamento que hoy ocupa su sucesora ya se pasó por el aro de la coleta (la que llevaba entonces, obviamente) a la Sanidad pública española y apostó por comprar materiales al margen del sistema oficial. Como desveló OKDIARIO, se compraron 2.000 test privados de coronavirus para el equipo ministerial con el fin de esquivar los «retrasos» en la Sanidad estatal. En total, se gastaron 11.000 euros. Por cierto, mientras Podemos descubre el valor de la sanidad privada a la carta, pretende acabar con las mutualidades privadas que tienen miles de funcionarios. A esos, ni agua.

Lo que viene a demostrar que esta gente que venía a regenerar la vida pública y acabar con los privilegios de la «casta» política, es la quintaesencia de la casta. Ha sido pisar moqueta y sufrir una transformación de tal calibre que se comportan como aquellos viejos burgueses que no se mezclaban con la gente del pueblo, por si las moscas.