Opinión

Los barones socialistas o el silencio de los corderos

Podría decirse que estamos ante el silencio de los corderos. Ahora, los barones socialistas se rasgan las vestiduras y, con distinta intensidad, critican que Bildu haya colado en sus listas electorales a 44 condenados por terrorismo, entre ellos varios con delitos de sangre. Hay algunos que tratan de marcar distancias con Pedro Sánchez y se atreven -a buenas horas- a pedir que el PSOE rompa con los etarras, pero no nos engañemos: llevamos tres años y medio de legislatura en la que Sánchez se ha apoyado para seguir en La Moncloa en los herederos políticos de ETA.

Ha sido este Gobierno el que ha acercado a las cárceles del País Vasco a los presos etarras y ha sido este Gobierno el que ha sacado adelante, con la ayuda de Bildu, algunas de las normas de más calado. El PSOE gobierna en Navarra con quienes llevan en sus listas a sanguinarios etarras y el PSOE llegó al poder con quienes cobijan bajo sus siglas a una cuadrilla de pistoleros. Esta retroalimentación de intereses entre socialistas y etarras (sí etarras, vamos a llamar a las cosas por su nombre y a dejarnos de eufemismos) no es nueva, de modo que los barones socialistas son cómplices de un pacto ignominioso. Más aún si tenemos en cuenta que, con los propios Estatutos del PSOE, que atribuyen específicamente al Comité Federal -órgano directivo del que forman parte- «determinar la política de alianzas del partido», podían haber alzado su voz para decirle a Sánchez que con ETA no cabía entendimiento alguno. ¿Lo hicieron? Jamás. Permitieron a Sánchez que uniera su destino político al de una banda de criminales. ¿Y ahora vienen a darse golpes de pecho? ¿Ahora que Bildu les ha dejado retratados? Lambán, Page, Ximo Puig, Armengol, Vara… todos son culpables. Provoca grima la hipocresía de los barones socialistas. Ahora, cuando se acerca la cita con las urnas, presumen de integridad y dignidad. Cuánto cinismo, cuánta infamia la de estos corderos que ahora le ven las orejas al lobo.