Opinión

Armengol, entregada al fanatismo pancatalanista

Está entregada a una deriva pancatalanista sin freno. Y le da igual hacer el ridículo. Hoy ha dicho Francina Armengol en el Parlament que no piensa acatar la sentencia que ha emitido en Cataluña el Tribunal Supremo obligando a que por lo menos el 25% de las clases sean en castellano «porque es una resolución, no una sentencia». Quizás la presidenta ignora que las providencias, autos y sentencias son de obligado cumplimiento, pero debería haber sido advertida por alguno de sus múltiples asesores antes de quedar -una vez más- en auténtica evidencia.

Armengol está decidida a llegar hasta donde sea para convertir Baleares en un reino de taifas del catalanismo más exacerbado. El radicalismo es incluso más acentuado que en Cataluña, pero todo obedece a un motivo muy concreto. En realidad al PSIB la defensa de la lengua catalana le importa poco. Al PSIB y el PSOE nacional, por supuesto. Aquí de lo que se trata es de mantener contentos a sus socios, en este caso Més, no sea que se revuelva el gallinero y al recién nombrado Luis Apesteguia le dé por romper el pacto. Por eso hará lo que sea para tenerlo contento. ¿Que eso supone perder profesionales sanitarios de primer nivel? Da igual. ¿Que eso supone que la educación en Baleares esté a la cola de España -que ya es decir, teniendo en cuenta los datos nacionales en comparación con los del resto de Europa-? Da igual. ¿Que eso significa retar directamente al Tribunal Supremo? Da igual. Como dejo claro hoy la presidenta en el Parlament, será catalán hasta en la sopa «sí o sí».

Por situaciones como ésta lucha enconadamente el PSOE por controlar la justicia. Porque es el único órgano que puede hacer frente a su política de destrucción de España con el único objetivo de perpetuarse en Moncloa. Por eso es tan importante que exista división de poderes. Para evitar que el país en general y las islas en particular se conviertan en una dictadura social-comunista en la que las libertades sean sólo las que otorga el Gobierno, no las que por derecho detenta el individuo.