Opinión
CARPE DIEM

Alcohol, reguetón e irresponsabilidades varias

Pudo acabar en tragedia, pero afortunadamente la explosiva mezcla de un recital de reguetón con un público adolescente y alcohol de por medio se saldó solo con 33 heridos. De lo contrario, Palma salta, para nuestra vergüenza y desprestigio, a las páginas de la prensa mundial. Como ha ocurrido en otros lugares y otras veces donde se han producido avalanchas. Se trataba del Reggaeton Beach Festival (RBF) Erasmus, en el que participaron más de 4.000 jóvenes.

Cuentan las crónicas que la rápida intervención de la Policía Nacional evitó una tragedia. A las 00.02 horas de la madrugada del martes 21 de junio, la central del 091 fue alertada de que en la Plaza de Toros de Palma se había estado celebrando un concierto y que a la salida se estaban produciendo graves altercados. A su llegada se encontraron a numerosos jóvenes en el suelo, heridos y agolpados en la puerta, tratando de salir del Coliseo Balear. El problema era que tan sólo había una de las tres puertas abiertas por donde intentaban salir cientos de jóvenes.

El cúmulo de irresponsabilidades que se dieron en torno a este concierto son insuperables. Veamos.

Para empezar, los antecedentes de la dirección del evento y luego, como consecuencia del actual concierto, la misma empresa organizadora que ahora se puede enfrentar a una sanción catalogada como «muy grave» al poner en riesgo la vida de cientos de personas, por lo cual la Policía Nacional cursará diligencias al juzgado. Luego, Agentes de la Patrulla Verde de la Policía Local de Palma, horas antes de comenzar el concierto y producirse la avalancha, ya habían levantado actas de sanción a los organizadores por permitir la venta de alcohol a menores de edad.

No había, por tanto, policía en el recinto y los alrededores, y la prueba es que a las dos de la madrugada el 091 recibió el aviso de que en la Plaza de Toros se estaba celebrando un concierto donde se estaban produciendo incidentes de gravedad. Solo entonces se personó la policía.

Resumiendo. ¿Quién autoriza este tipo de espectáculos? ¿La Delegación del Gobierno? Si es así, ¿cómo puede autorizarse otro evento a una empresa sin las debidas garantías de seguridad? ¿Y de quién depende la Policía Nacional? Si es de la Delegación del Gobierno, y así es, ¿cómo es posible que un evento a priori ya problemático no estuviera previsto controlar su seguridad con numerosa presencia de la Policía Nacional?

Son preguntas que merecen una clara respuesta. Porque el cúmulo de irresponsabilidades, comenzando por las autoridades y terminando por los organizadores, es difícilmente superable. ¿Es posible que en una ciudad civilizada y en plena temporada turística pueda celebrarse un evento en el que la seguridad no esté plenamente garantizada? Esto no debería ocurrir de nuevo o, de lo contrario, deberían rodar cabezas.