¿Actuará Sánchez contra estas ilegalidades?
El nuevo ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, hizo unas declaraciones el pasado jueves que deben marcar la actitud general del Gobierno: «Vamos a trabajar por lo que la Constitución nos exige». Trabajar por la Carta Magna es trabajar por asegurar su cumplimiento, pero también el respeto a todos sus símbolos. La figura de Felipe VI, jefe del Estado, debe estar protegida ante ataques, desprecios e injurias. Especialmente, cuando vienen de representantes públicos. En un país donde hay individuos como Quim Torra o Carlos Sánchez Mato, el Gobierno ha de tomar medidas para que ciertos desprecios, ataques u ofensas no salgan gratis, ya que, además, son un ejemplo muy nocivo para la sociedad. Resulta intolerable que un representante de todos los madrileños como Sánchez Mato quite el retrato del Rey que preside las sesiones plenarias del distrito de Latina.
Este político radical ultraja uno de los principales símbolos del mismo Estado que representa. Un ataque que es una ilegalidad, ya que ir contra el monarca es ir contra la propia Constitución que, como especifica en su artículo 56, establece que «el Rey es el jefe del Estado», una figura «inviolable». La crítica siempre es constructiva en una democracia, incluso la oposición total desde el punto de vista ideológico, pero la falta de respeto y decoro más allá de la ley resulta intolerable. Se puede defender cualquier punto de vista, pero este tipo de ofensas contra la Monarquía parlamentaria que articula el Estado (Artículo 1 de la Constitución) es también un ataque contra todos los españoles. Una manera de poner en cuestión la convivencia pacífica que nos ha caracterizado como sociedad durante la mayor parte del tiempo desde 1978.
Si algo hay que reconocerle a Pedro Sánchez con respecto a la composición de su Ejecutivo es que ha tenido la suficiente cintura política como para hacer un equipo que satisface tanto al centroizquierda como al centroderecha. Un Gobierno que, a pesar de su amplia minoría y de los apoyos Frankenstein que ha necesitado para la moción de censura, podría mantener el timón del país de manera solvente hasta la próxima convocatoria de elecciones generales. No obstante, para ello tienen que encontrar la manera de que ni populistas ni separatistas consigan insultar a las instituciones del Estado cada vez que quieran. Esos insultos por parte de representantes públicos, ya sean de palabra o acción, especialmente si son contra el Rey, dañan tanto nuestra imagen como la credibilidad del país. Pedro Sánchez debe parar en seco a los Sánchez Mato de turno que hay en la política española.
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