Opinión

La Academia de la Televisión también perdió

La puesta en escena, el decorado, la iluminación, la realización y la moderación, las cinco claves para que un debate político como el que vimos en la noche del lunes funcione.  Cinco elementos que echamos de menos. Cinco básicos que los profesionales de la televisión conocen bien y que, desgraciadamente ni estuvieron ni se esperaron.

Cuando llevamos ya tres años en España viendo cada fin de semana programas de debate político en prime time, con platós de noche, iluminación atrevida y una realización moderna, es complicado colarle al espectador algo tan antiguo y rancio como lo que vimos el lunes. Me cuesta imaginar lo que se habría dicho si lo hubiera organizado, por ejemplo, Televisión Española. Pero no, lo hizo la Academia de la Televisión, una organización en la que deberían estar los profesionales más reconocidos de este ámbito y por tanto, deberían ser los primeros en dar una lección de innovación y buen hacer. Pero no, todo lo contrario. ¿Cómo es posible que no haya habido, no ya un toque de brillantez u originalidad, sino simplemente una oferta continuista y conservadora? Era tan fácil como mantener el listón de las decenas de espacios de este tipo que llenan las parrillas de las televisiones  de nuestro país en los últimos años. Por supuesto, no se me ocurriría pedir que se hubiera parecido, aunque sólo hubiera sido un poco, una milésima parte al organizado por Atresmedia. Cuando lo recuerdo, aún me enorgullece la ilusión, la ambición, las ganas y sobre todo, el talento que había detrás de esa programación especial de hace ya una semana.

El decorado, ese decorado….

Unos fondos completamente lisos que impedían tener ninguna perspectiva con respecto al fondo de cada uno de los candidatos por lo que los planos eran completamente planos. Con una iluminación extraña que dejaba ver hasta el último gramo de maquillaje que los tres asistentes llevaban encima. Un decorado donde, atención, la gran novedad era que la mesa medía poco más de metro y medio. Y ya. Nada más que comentar al respecto.

El moderador, ese moderador…

Pero si hay algo que se ha criticado, y mucho, y ha dado lugar a un sinfín de memes en las distintas redes sociales, es la actuación de Manuel Campo Vidal como ‘moderador’ del espacio. Según la RAE un moderador es: 1) Que modera, 2)Persona que preside o dirige un debate, asamblea, mesa redonda, etc. 3) En las iglesias protestantes, presidente de una reunión o asamblea y 4) En un reactor nuclear, sustancia que reduce la energía cinética de los neutrones sin absorberlos. Aún estoy pensando si el papel del presidente de la Academia el lunes pasado corresponde a la definición número 3 ó a la 4, aunque debo confesar que lo del reactor nuclear me despista, y mucho.

 

La moderación se echó en falta, fundamentalmente en los 17 minutos que duró el bloque más duro de la noche, donde Sánchez arremetió e insultó al presidente del Gobierno. Campo Vidal callado. En ningún momento hizo amago si quiera de intentar retomar el hilo del debate y llamar la atención con un: «Las descalificaciones personales las dejamos al margen», un tópico de toda la vida. Pero no. Insisto, nada.

Sus caras hacían pensar que o no sabía dónde estaba, o aquello no se lo esperaba o, simplemente, prefirió dejarlo correr. Precisamente esto, sus gestos y su poca expresión en el rostro también han dado mucho que hablar en las redes y para muestra un botón:

 

En definitiva, un debate decepcionante en el que, lamentablemente, perdieron una oportunidad de oro para demostrar la buena televisión que sabemos hacer en España con un único ingrediente: Ganas.