Opinión

Hay que acabar con los mossos golpistas

El aumento salarial que exige la Policía Nacional y la Guardia Civil será atendido. Zoido no mintió a las fuerzas del orden que están bajo su mando, meramente retrasa, en contra de su voluntad, la promesa que les dio, que ahora está en manos de Montoro. Ambos ministros desean tranquilizarles y aseguran que verán acrecentada su nómina, aunque haya de ser resuelta por vía de decreto. Policías y guardias, tras haber soportado el odio separatista con que los golpistas nutren su pútrida idea de España, merecen lo exigido y más.

Queda pendiente acabar con los mossos golpistas. Zoido tendría que hacer una purga urgente entre los traidores y sacar del mapa catalán a los sediciosos, mandándolos en una patera a las costas de África a cobro revertido. Sería una noticia bien acogida por la gente de bien. Los mossos leales que superaran tal purga, que ha de haberlos, se unirían a una aportación de bravos policías y guardias, integrando un nuevo cuerpo, digno donde los haya. ¿O hemos de seguir pagando el sueldo de los catalufos fariseos con el dinero de todos?

Montoro y Zoido no dejarán tiradas a las fuerzas que plantaron cara en la región hostil. A veces hay que creer en los políticos. Subidas de nóminas y reconocimientos obvios aparte, todavía falta liquidar la ignominia. No se puede tolerar que la mayoría de catalanes que se sienten españoles sean tenidos por intrusos en el nordeste, donde la economía y el bienestar social andan en ruinas porque unos ladrones sin escrúpulos y demás catetos fanáticos han activado la catástrofe. Un lúcido Serrat habla de: “La feria de los disparates”.

El autor de tal locura se llama Puigdemont. La cobra escupidora es un animal de compañía comparada con el prófugo que se oculta en Waterloo. ¿Quién iba a imaginar que una fregona de medio pelo podría ser tan tóxica? Menos mal que contamos con un experto en la exterminación de ofidios venenosos como el presidente de Tabarnia, el Excmo Sr. don Albert Boadella, cuyo disolvente humor opera de antiveneno. Un dramaturgo y dos ministros, cada cual a su manera, van a ajustarle los machos a los independentistas.