Naturaleza
Naturaleza

Parecen algas, pero son mucho más dañinas para el ecosistema y en Doñana ya usan satélites para controlarlas

  • Ana López Vera
  • Máster en Periodismo Deportivo. Pasé por medios como Diario AS y ABC de Sevilla. También colaboré con la Real Federación de Fútbol Andaluza.

En apariencia, las cianobacterias son una mancha verdosa que flota sobre la superficie del agua. Pero tras ese aspecto se esconde una amenaza capaz de alterar la frágil estabilidad de los humedales de Doñana.

El parque nacional, uno de los espacios naturales más emblemáticos de Europa, se enfrenta a este problema que obliga a la ciencia a desplegar tecnología de última generación para adelantarse a los daños.

Satélites y sensores para vigilar las cianobacterias en Doñana

Desde hace cuatro años, la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) desarrolla un programa pionero para vigilar la proliferación de cianobacterias. Aunque suelen confundirse con algas, son organismos unicelulares de origen muy antiguo que, en exceso, resultan letales para los ecosistemas acuáticos.

El sistema se apoya en estas herramientas:

Este esquema de alerta temprana es clave para dar tiempo a las autoridades a reaccionar antes de que la situación se descontrole.

Cianobacterias en Doñana: origen de la vida y amenaza para el ecosistema

Las cianobacterias forman parte de la historia más antigua de la Tierra. Han estado presentes desde los inicios de la vida acuática y cumplen funciones esenciales, como fijar nitrógeno o acumular fósforo. Sin embargo, cuando las condiciones cambian y su población crece sin freno, se produce un fenómeno conocido como bloom o floración.

En esas circunstancias, dejan de ser un aliado y se transforman en una amenaza que puede arrasar con todo el ecosistema en el que aparecen.

Floraciones tóxicas de cianobacterias: así se destruyen las lagunas de Doñana

Durante una floración, estas bacterias ascienden a la superficie y forman una capa espesa que bloquea la entrada de luz al agua, impidiendo la fotosíntesis de otras especies.

Al mismo tiempo, reducen drásticamente el oxígeno disponible y, en muchos casos, liberan toxinas que afectan a peces, aves e incluso mamíferos que consumen el agua contaminada.

En Doñana, este proceso suele repetirse dos veces al año: una floración en primavera, que rara vez es tóxica, y otra en verano, cuyos efectos más peligrosos se concentran entre agosto y septiembre.

Sequía, contaminación y cianobacterias: el círculo vicioso que amenaza Doñana

El auge de las cianobacterias no es una causa aislada, sino un síntoma del deterioro de los humedales. La combinación de cambio climático, con menos lluvias y temperaturas más elevadas, junto al impacto de la agricultura intensiva, la ganadería y la presión turística, ha debilitado el acuífero de Doñana.

Esta degradación genera el entorno perfecto para que las bacterias se multipliquen y desplacen a otras formas de vida, incluso a las algas que inicialmente parecían dominar el agua.

Por ello, el objetivo de la comunidad científica es anticiparse. Proyectos de modelización y predicción intentan calcular cuándo y cómo se producirán las próximas explosiones, con la esperanza de salvaguardar un ecosistema tan valioso.