Hallazgo sin precedentes en Guadalajara: aparece el ADN de los caballos ibéricos más antiguos que se conocen
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Desde 2018, investigadores de distintas disciplinas trabajan en el yacimiento del Abrigo de La Malia, situado en la Sierra Norte de Guadalajara. Los estudios se han centrado en los niveles Auriñacienses, donde se han encontrado restos que incluyen herramientas líticas, fragmentos de industria ósea y restos de fauna, con una presencia destacada de caballos ibéricos.
En esta misma línea, el análisis de ADN antiguo ha permitido identificar linajes equinos que no se corresponden con los caballos actuales. La información obtenida no solo aporta datos sobre la evolución de los caballos en la Península Ibérica, sino también sobre la relación entre estos animales y los grupos humanos que los cazaban y representaban en el arte rupestre.
¿Cómo ha sido el hallazgo de los caballos ibéricos más antiguos de la Península?
El estudio del Abrigo de La Malia ha permitido identificar caballos ibéricos pertenecientes a un linaje genético único denominado IBE. Este linaje se mantuvo en la Península Ibérica desde al menos 26.800 años hasta aproximadamente 571 a.C., diferenciándose de los equinos de otras regiones europeas.
El equipo liderado por el biólogo Adrián Pablos y la paleontóloga Nohemí Sala ha recuperado restos óseos en niveles Auriñacienses que confirman la presencia de este linaje durante la última glaciación.
Según Jaime Lira Garrido, responsable de paleogenómica en équidos, «las muestras más antiguas se han recuperado en niveles litoestratigráficos de La Malia con al menos 26.800 años de antigüedad».
La identificación de estos caballos ibéricos antiguos confirma que la península actuó como refugio durante periodos glaciares, lo que permitió la conservación de un patrimonio genético exclusivo de la región mediterránea.
Los caballos ibéricos y su relación con el arte rupestre
Los caballos ibéricos recuperados no solo fueron consumidos por los primeros Homo sapiens que habitaron la Meseta Central, sino que también aparecen representados en el arte rupestre. Investigaciones previas han vinculado el linaje IBE con pinturas y grabados en cuevas como Altamira, Tito Bustillo y Lascaux.
El equipo ha constatado que «ahora sabemos que los caballos que se pintaron y/o grabaron en las paredes de esas grutas no tienen genómicamente nada que ver con los caballos actuales».
Esta asociación permite vincular directamente restos arqueológicos con representaciones paleolíticas, ofreciendo una perspectiva más completa sobre la fauna que coexistió con las primeras poblaciones humanas.
Además, los niveles excavados muestran herramientas líticas, fragmentos de industria ósea y azagayas, lo que confirma la actividad de grupos cazadores-recolectores y su interacción con los caballos ibéricos como recurso alimenticio y cultural.
Impacto genético y legado de estos caballos
El linaje IBE desapareció hacia el siglo VI a.C., pero su influencia genética perduró a través de cruces con caballos domesticados. Vestigios de este linaje se han encontrado en ejemplares introducidos en América durante el periodo colonial español, lo que demuestra la extensión y relevancia de estos equinos más allá de la Península Ibérica.
Estos caballos ibéricos estaban adaptados a climas húmedos y pastizales ricos en leguminosas. Su presencia junto a los primeros Homo sapiens sugiere que pudieron desempeñar un papel en la subsistencia y en la cultura material de estos grupos.
De este modo, la identificación de su ADN en La Malia permite reconstruir rutas de dispersión, adaptaciones al entorno y cambios en la población equina a lo largo de milenios.
La Malia como laboratorio del Paleolítico
El yacimiento del Abrigo de La Malia sigue siendo un punto central para la investigación del Paleolítico superior en Castilla-La Mancha. Las excavaciones muestran ocupaciones estacionales de grupos de cazadores-recolectores y ofrecen información detallada sobre la fauna, las herramientas y los hábitats humanos.
Los expertos señalan que las campañas futuras podrían revelar niveles aún más antiguos, posiblemente asociados con neandertales, lo que abriría la posibilidad de documentar una secuencia continua desde los últimos neandertales hasta los primeros Homo sapiens.
Por ahora, el estudio de estos caballos ibéricos representa uno de los avances más significativos en la comprensión de la evolución equina y su interacción con las sociedades humanas en la Península Ibérica.
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