La receta de Pablo Iglesias: hundir la prensa libre, cooperar con Putin y el modelo proetarra de Gara
El fundador y ex líder trasladó a Podemos el modelo comunista de control y censura informativa que pregonaba hace ya diez años
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Ni medios privados de comunicación, ni noticias libres e independientes, ni poder difundir sin filtro previo informaciones críticas o incómodas para el poder. Esas son algunas de las particulares recetas «democráticas» que hace ya 10 años pregonaba Pablo Iglesias, un modelo comunista de control y censura mediática que trasladó a Podemos cuando fundó el partido. El descaro con el que explicaba esas posiciones en aforos limitados, caso de charlas compartidas con abertzales o con las Juventudes Comunistas, se camufló cuando tocó reflejarlo en el programa electoral de la formación morada. Aún así, algunas de esas tesis afloraron en sus documentos programáticos y, en la actualidad, 10 años después, Iglesias sigue evidenciando su alergia a la libertad de prensa y al derecho a la información protegidos por la Constitución. Muestra reiterada de ello son sus recientes ataques directos a periodistas y medios que no son del gusto de Iglesias, entre los que se cuentan OKDIARIO y su director, Eduardo Inda.
La querencia por poner en la diana a periodistas que le desagradan viene de lejos y no resulta sorprendente para quienes han podido escuchar las soflamas de Pablo Iglesias desde antes de que saltara a la política profesional con la fundación de Podemos.
El 1 de marzo de 2013, un año antes de que naciera Podemos, Pablo Iglesias se explayaba al respecto ante un reducido grupo de jóvenes comunistas en Zaragoza. Su charla, titulada Comunicación política en tiempos de crisis, se enmarcó en las III Jornadas de Marzo «Organizando la Resistencia», de las Juventudes Comunistas.
«Entrar en la batalla»
«El discurso político y los discursos ideológicos –indicaba Iglesias– se construyen más que nunca a través de dispositivos y productos audiovisuales», y en ese escenario «nos corresponde entrar en la batalla, en la pelea» de la «militancia mediática».
Sus proclamas estaban bañadas de lenguaje belicista al hablar de este particular: «Hacen falta armas» para «construir medios y disputar el significado de nociones que todo el mundo asume como normales, elementos como la democracia o la soberanía».
Y señalaba, como objetivo de poder, acabar con la prensa libre en manos privadas. La información, según la receta de Iglesias, debe pasar por un control férreo de la comunicación desde el poder político, al más puro estilo del comunismo real. Y cualquier medio vale para conseguir ese objetivo, incluido el de aliarse a regímenes como el de Vladímir Putin o el del Irán de los ayatolás, interesados en socavar las democracias occidentales.
«Ante preguntas como por qué hacer un programa para un gobierno como el de Irán o si aceptaríais hacer algo para una televisión financiada por el Gobierno de Putin, pues mira, la geopolítica es así, y no vamos a ser los únicos imbéciles que no vamos a hacer política cuando todo el mundo hace política», decía ante aquel auditorio Pablo Iglesias al hablar de las posibilidades que le ofrecían la televisión rusa RT o la iraní Hispan TV.
Socavar la democracia
El fundador de Podemos iba más allá y reconocía, abiertamente, que todo respondía a una estrategia en la que compartía objetivos con esos aliados exteriores: lo comparaba con «el tren que los alemanes pusieron a Lenin para que llegara a Rusia con el fin de desestabilizar a su adversario». «Así es la política: a los alemanes les interesaba desestabilizar Rusia; a los iraníes les interesa que se difunda en América Latina y en España un discurso de izquierdas, porque afecta a sus adversarios».
Para rematar su sueño de control absoluto de la información desde el poder, Pablo Iglesias propugnó también acabar con la independencia de los medios de comunicación privados. «La clave es disputar el concepto de libertad de expresión», «hay que decir que la libertad de expresión es un derecho que tiene que estar fiscalizado» desde el poder, hasta el punto de considerar que «un periódico que es propiedad de una empresa ataca por su mera existencia la libertad de expresión».
Modelo proetarra
A Pablo Iglesias lo que le gusta es el modelo del diario proetarra Gara, cabecera del radicalismo abertzale nacida del cierre judicial de Egin en los años 90, en plena lucha del Estado de Derecho contra la banda terrorista ETA. Para Pablo Iglesias, el de Gara es el modelo a seguir para imponer medios de comunicación a su gusto. Y remataba: «En 40 años la izquierda no ha sido capaz de imitar a los vascos teniendo un periódico con accionariado popular como Gara (…) Los vascos lo han tenido claro siempre, las cooperativas de Mondragón hasta la presencia sistemática en la dirección nacional de Herri Batasuna de un empresario».
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